Los Países Bajos son una nación conocida por su economía avanzada, sus ciudades cosmopolitas y su enfoque liberal en lo relativo a muchas políticas sociales. Esta monarquía parlamentaria se caracteriza por vertebrarse a través de una infraestructura moderna y eficiente, y cuenta con el puerto de Róterdam, uno de los más grandes y activos del mundo, lo que los convierte en un centro logístico global de primer orden.
Sin embargo, en los últimos años, el país ha afrontado un incremento significativo de la actividad del narcotráfico. Esta situación se debe a varios elementos, entre los que juegan una posición central su posición geográfica estratégica, que facilita la entrada y distribución de drogas en Europa, así como la existencia de una economía robusta que ofrece oportunidades para el blanqueo de capitales, y la presencia de una cultura de consumo recreativo que nutre la demanda interna.
Estos factores han contribuido a que los Países Bajos se conviertan en un territorio atractivo para organizaciones criminales internacionales, que buscan aprovechar estas condiciones para expandir sus operaciones. En este reportaje profundizamos en las claves del fenómeno, que también afecta con virulencia a uno de los vecinos de Países Bajos, Bélgica, como os explicamos aquí, en Escudo Digital, en su momento.
El caso es que el lucrativo negocio de la droga, tan dañino para la salud pública, está empañando la estupenda imagen que estos países centroeuropeos tenían en el imaginario colectivo hasta hace muy poco, por no hablar de las nefastas consecuencias que comporta este fenómeno en términos de seguridad y salud. Los Países Bajos son un buen ejemplo de ese declive. Habitualmente, este país se ha asociado con una imagen pacífica y liberal.
Sin embargo, esta atractiva reputación contrasta con la actual crisis que sufre el país debido al creciente empuje que las mafias asociadas al narcotráfico están ejerciendo en el país. Una generación de adolescentes se encuentra atrapada entre la atracción de las actividades criminales y los esfuerzos de organizaciones como Adamas, enfocada en crear una red de ayuda para los jóvenes que padecen el hostigamiento y las tentaciones de los narcotraficantes. Esta clase de asociaciones de carácter social despliegan su labor en rescatar a los jóvenes y formarlos en hábitos de autocuidado y socialización en una senda de ocio y formación (en facetas como la musical y la deportiva) que les abran horizonte de futuro.
En ese sentido, resulta pertinente señalar que los Países Bajos aplican una política integral contra la drogadicción centrada en cuatro objetivos principales: prevenir el consumo recreativo, tratar y rehabilitar a los consumidores, reducir los daños asociados al uso de drogas y eliminar las molestias al orden público y la seguridad. En lugar de leyes punitivas, el enfoque se basa en controlar y minimizar los daños, lo que incluye la regulación del cannabis y la provisión de tratamientos como la administración de heroína sintética para adictos a la heroína que no han respondido a otros tratamientos. Este modelo ha sido discutido y a veces adoptado por otros países, a pesar de generar fricciones con aquellos que mantienen posturas más restrictivas.
Por qué Países Bajos corre el riesgo de convertirse en un narcoestado
¿Por qué se ha llegado a este punto? Desde hace tiempo, tanto el gobierno como la sociedad neerlandesa son conscientes de que el país sufre una alarmante presencia de mafias, como la Mocro Maffia, que utilizan a menores para sus operaciones ilícitas, desde el tráfico de drogas hasta la violencia. Las autoridades y trabajadores sociales luchan por revertir este panorama, mientras que la sociedad se preocupa por la posible evolución de los Países Bajos hacia un narcoestado.
Esa es la preocupación que expresa Femke Halsema, alcaldesa de Ámsterdam, en un artículo de opinión publicado en The Guardian, divulgado en nuestro país por El Diario.es, en el que la primera edil de la capital neerlandesa advierte sobre el riesgo de que Países Bajos se convierta en un narcoestado debido al auge del narcotráfico. Halsema explica que “en el pasado, el país se centraba en reducir los daños del consumo de drogas a través de políticas más liberales, pero la globalización y el aumento de la violencia han cambiado drásticamente la situación. El puerto de Rotterdam, uno de los principales puntos de entrada para la cocaína en Europa, refleja esta creciente amenaza, con un aumento récord en las incautaciones que muestra la magnitud del problema”.
Cómo el tráfico de drogas deteriora la economía y la cohesión social
La alcaldesa de Ámsterdam destaca así mismo que la violencia relacionada con las drogas está en aumento, afectando a figuras clave del sistema judicial y a la prensa, una dinámica que propicia el lavado de dinero y el tráfico de drogas, lo que “está deteriorando la economía y la cohesión social”. La primera edil amsterdamesa argumenta que “la actual política internacional sobre drogas, centrada en la prohibición, ha tenido consecuencias negativas y subraya la necesidad de un cambio global hacia enfoques más equilibrados que prioricen la salud pública y la seguridad”.
En ese sentido, Halsema aboga por una revisión de los tratados internacionales sobre drogas para permitir políticas nacionales más efectivas. Sugiere que “ejemplos como los ensayos de venta legal de drogas en Suiza y Uruguay podrían ofrecer alternativas a la prohibición total, promoviendo un entorno que permita políticas innovadoras en el ámbito de la salud y la seguridad”. En definitiva, la alcaldesa de Ámsterdam subraya que “un cambio deliberado y medido es crucial para proteger a las futuras generaciones y mantener la estabilidad social y económica.”
Ejemplos de adolescentes que dimensionan el problema neerlandés con la droga
La creciente problemática social derivada del tráfico de drogas en Países Bajos ha llevado a una generación de adolescentes a enfrentarse a la tentación de la delincuencia, en particular al narcotráfico, mientras que organizaciones sociales y las autoridades intentan mantenerlos dentro de la legalidad. En ese sentido resulta de gran interés este artículo del diario El País en el que se relata como jóvenes como Jeninhio, Elaijah y Leonicio viven en barrios vulnerables donde la violencia y las explosiones son parte del día a día. Guiados por figuras como James, un trabajador social que pasó su juventud en la cárcel, estos chicos luchan contra la presión de las mafias que los reclutan desde edades tempranas para actividades ilegales como el tráfico de drogas y la violencia.
La utilización de niños en actividades delictivas es una tendencia que crece, con menores de apenas 12 años siendo cooptados para tareas de alto riesgo. Este fenómeno de «niños soldado» es incentivado por mafias que les ofrecen dinero fácil y bienes materiales, seduciéndolos con una vida de lujos a cambio de peligrosas actividades. El trabajo de las autoridades y organizaciones sociales incluye la vigilancia y apoyo a estos menores para alejarlos del crimen, pero el desafío es grande debido a la sofisticación y organización de estas redes criminales.
Los esfuerzos para combatir este problema incluyen la intervención de alcaldes y la cooperación internacional, buscando frenar el flujo de drogas desde los países de origen. Además, programas locales en ciudades como Róterdam y Arnhem trabajan para identificar y proteger a los jóvenes en riesgo, a través de entrenamientos, educación y actividades deportivas. Sin embargo, la lucha es complicada, con un aumento de la violencia extrema y la percepción de que las soluciones llegan demasiado tarde.
40.000 rayas de cocaína diarias en Róterdam
¿Hasta qué punto es preocupante este fenómeno? Algunos datos y testimonios ilustran la gravedad de este fenómeno. Thomas ter Laak, del Instituto de Investigación del Agua (KWR), pone sobre la mesa un estudio de las aguas residuales de la ciudad de Roter reveló un consumo diario de 40.000 rayas de cocaína y 25.000 rayas de anfetamina, cifras alarmantes que superan las de otras ciudades neerlandesas. «El consumo per cápita es muy similar [al de otras ciudades como Ámsterdam y Utrecht]», explica, subrayando que estos estudios ayudan a definir políticas públicas para combatir el consumo y medir la efectividad de las medidas implementadas.
Por su parte, Ben Coelman, fiscal especializado en crimen organizado en los Países Bajos, menciona la gravedad de la situación al señalar que «las amenazas y la violencia son ya parte del día a día«, haciendo referencia a la creciente agresividad de las organizaciones criminales y su capacidad de intimidación. Coelman también habla de los retos en la lucha contra el blanqueo de capitales, destacando que este delito le cuesta al país alrededor de 600 millones de euros al año.
Lamentablemente, hablamos de un fenómeno que crece en violencia conforme se desarrolla en el tiempo. Así lo explica Ronald van der Vliet, antiguo narcotraficante, quien relata su experiencia en el tráfico de drogas, destacando la facilidad con la que operaba: «En mi tiempo, todo era mucho más simple. No había tanta violencia». Van der Vliet, que ahora colabora con las autoridades, indica que los criminales actuales son más organizados y peligrosos.
A modo de panorámica de la situación, resulta ilustrativa la reflexión Eveline van de Water, periodista de investigación, quien comenta que «los Países Bajos se han convertido en el puerto de entrada de Europa para la cocaína», debido a su control sobre los puertos de Rotterdam y Amberes, claves en la distribución de drogas en el continente.
Anatomía abreviada de Mocro Maffia
En todo ese universo de narcotráfico neerlandés juega un papel central «Mocro Maffia», una organización criminal compuesta por neerlandeses de origen marroquí que ha emergido como un poderoso actor en el narcotráfico europeo. La banda también tiene influencia en Bélgica, Suecia y otros países europeos. Su actividad no se limita al tráfico de drogas, ya que también están implicados en el tráfico de armas y el contrabando. El grupo ha expandido sus operaciones mediante alianzas con mafias del norte de África, cárteles sudamericanos e incluso contactos en Irán.
Además de sus actividades criminales, la Mocro Maffia ha perpetrado amenazas graves, incluyendo ataques contra figuras públicas como la princesa Catalina Amalia de Orange, quien ha tenido que tomar medidas de seguridad extremas. La violencia y la escalabilidad de sus operaciones demuestran la sofisticación y el alcance de esta organización, que representa una amenaza significativa para la seguridad y el orden público en Europa.
¿Cómo opera ese grupo criminal? Utiliza antiguas rutas de hachís, y en los últimos tiempos trafican con cocaína a través de los puertos de Rotterdam y Amberes, que se han convertido en puntos críticos para la entrada de esta droga en Europa. Se estima que este conjunto delictivo controla gran parte del tráfico de cocaína en la región, moviendo miles de millones de euros y utilizando la violencia extrema para mantener su poder.
Tanto es así que su líder, Karim Bouyakhrichan, ha sido vinculado a amenazas contra figuras clave de la sociedad neerlandesa como la ya mencionada princesa Amalia de Holanda y el exprimer ministro Mark Rutte. En esa sintonía, la «Mocro Maffia» no ha titubeado en cometer asesinatos y extorsiones, tanto es así que acabó con la vida del periodista Peter R. de Vries en 2021, quien investigaba sus actividades.
El juicio Marengo: golpe contra la estructura de Mocro Maffia
Afortunadamente, las autoridades neerlandesas no se están quedando de brazos cruzados ante este preocupante fenómeno. En esa dirección se enmarca el «megajuicio» conocido como «Marengo», considerado el mayor proceso penal en la historia de los Países Bajos. En él, Ridouan Taghi, líder de «Mocro Maffia” fue condenado a cadena perpetua junto a varios componentes de esta organización criminal, comp Said R y Mario R. El juicio, que duró casi seis años, expuso la violencia extrema y el poder de estas bandas, revelando un mundo donde la vida de los seres humanos carece de valor.
La operación judicial estuvo marcada por un alto nivel de seguridad, con los sospechosos trasladados a un tribunal de alta seguridad apodado «el búnker». Taghi y su grupo utilizaron métodos brutales, incluyendo el asesinato de rivales y aquellas personas que rompían la confidencialidad. Nabil B, testigo clave que ayudó a condenar a sus antiguos compañeros, sufrió la pérdida de su hermano, su abogado Derk Wiersum, y el periodista Peter R. de Vries, todos asesinados como represalia durante el proceso. El juicio ha permitido que los Países Bajos afronten y asuman la realidad de su creciente problema con el crimen organizado.
A pesar de los graves desafíos que enfrenta debido al narcotráfico, los Países Bajos están implementando un enfoque integral para abordar y revertir la situación, que incluye medidas judiciales, políticas sociales y cooperación internacional. El «megajuicio» Marengo, que se tradujo en la condena a cadena perpetua de líderes de la Mocro Maffia como Ridouan Taghi, evidencia la firmeza del sistema judicial neerlandés contra el crimen organizado.
Simultáneamente, se han incrementado significativamente las incautaciones de cocaína en puertos como el de Róterdam, donde se decomisan miles de toneladas anualmente. Además, programas de prevención y rehabilitación, como los promovidos por la organización Adamas, están siendo fundamentales para alejar a los jóvenes del crimen y ofrecerles alternativas de desarrollo.
A escala internacional, Países Bajos está colaborando estrechamente con otros países para combatir el flujo de drogas y compartir políticas de reducción de daños, inspirándose en ejemplos como Suiza y Uruguay. Esta combinación de esfuerzos permite al país abordar el problema de manera proactiva, mostrando que con una estrategia coordinada crecen las opciones de restablecer la seguridad y estabilidad, no solo en los Países Bajos, sino también en el conjunto de Europa.