Los hijos de Guzmán –de diferentes mujeres– ya son los mandos de un cártel que no ha sido debilitado, ni mucho menos, por el encarcelamiento del Chapo en Florida.
Todo son especulaciones y conjeturas en Sinaloa después de los extraordinarios eventos del pasado 17 de octubre, cuando la guardia nacional mexicana detuvo en Culiacán al hijo del narcotraficante Chapo Guzmán y –tras una miniguerra en las calles de esta ciudad en la que murieron una docena de narcos, un guardia y dos civiles– lo volvió a poner en libertad.
Pero tal vez las especulaciones más fundamentadas son las de Ismael Bojórquez, director de Río Doce , un periódico independiente de Culiacán que informa desde hace casi dos décadas sobre las actividades del cártel de Sinaloa.
Bojórquez destaca dos elementos que han recibido escasa mención en la extensa cobertura internacional. Primero: la agencia antidroga estadounidense (DEA) realizó una visita oficial “sin precedentes” a Culiacán semanas antes de la detención de Ovidio Guzmán, lo que alertó a los narcos. “Esto ocurrió semanas antes de una operación supuestamente encubierta. Fue una ingenuidad por parte del gobierno del estado de Sinaloa, una irresponsabilidad del Gobierno federal y, por parte de la DEA, un descuido”, señala Bojórquez.
“La nueva generación de narcos quiere sembrar el terror como Pablo Escobar”, dice Ismael Bojórquez
Como publicó Río Doce , el máximo responsable de la DEA mantuvo una reunión insólita con el gobernador de Sinaloa a mediados de septiembre. Otra delegación de agentes antidroga y fiscales llegó el mismo día para inspeccionar un laboratorio de fentanilo del cártel que habían descubierto las autoridades mexicanas.
La visita, organizada por el Departamento de Estado de Donald Trump, así como una rueda de prensa posterior en EE.UU. en la que la agencia se jactó de su propósito de descabezar el cártel, alertó al hijo del Chapo.
En segundo lugar: la muestra de fuerza del cártel de Sinaloa –que ocupó militarmente durante varias horas Culiacán, tomó a una veintena de militares como rehenes y soltó a narcos de la cárcel– es de “enorme peligro para la paz en Sinaloa y México en general”, dice Bojórquez.
Los hijos de Guzmán –de diferentes mujeres– ya son los mandos de un cártel que no ha sido debilitado, ni mucho menos, por el encarcelamiento del Chapo en Florida.
En otros cárteles también ocurre un relevo generacional. Y esta nueva generación, como los llamados chapitos , hijos del Chapo Guzmán, “es mucho más agresiva, más arrogante y presuntuosa, no respeta los códigos de conducta de la generación anterior de narcos”, dice Bojórquez. Los jóvenes están consolidando su poder en el tráfico de metanfetaminas y heroína además del tradicional de cocaína.
Lo ocurrido el 17 “no tiene precedentes”, expresa Bojórquez
Para Bojórquez, hay que entender lo ocurrido en el contexto de fuertes presiones, aunque el presidente mexicano también es culpable. El periodista acusa a López Obrador de “doblegarse” ante el cártel de Sinaloa al soltar a Ovidio Guzmán en un canje por un grupo de soldados secuestrados por los narcos.
Jack Riley, agente jubilado de la DEA, descartó a la revista Proceso que la agencia estuviera detrás de la operación: “Se ha dicho que se intentó capturar a Ovidio por exigencia nuestra. Falso. Nosotros habríamos pedido la intervención de la Marina mexicana, que está mejor preparada”, dijo Riley.
Lo ocurrido el 17 “no tiene precedentes”, prosigue Bojórquez. A diferencia de estados como Michoacán o Guerrero, en Sinaloa la violencia ha sido más una cuestión de guerras entre los narcos y ajustes de cuentas, sin tantas consecuencias para el ciudadano. Pero con los hijos al mando hay “una espiral de violencia , igual que hizo Pablo Escobar en Medellín en los noventa”, concluye.
ALD/Lavanguardia