El fiscal general de Panamá, Javier Caraballo, se reunió con el subdirector del Buró Federal de Investigaciones de Estados Unidos (FBI, por siglas en inglés), Paul Abbate, con quien conversó sobre la lucha contra el lavado de dinero, el crimen organizado y la corrupción.
En el encuentro, celebrado en la sede del FBI en Washington, «Caraballo reiteró su compromiso de seguir persiguiendo el delito de blanqueo de capitales con eficiencia, efectividad y la lucha frontal contra la criminalidad transnacional», indicó un comunicado oficial.
Caraballo conversó con el subdirector del FBI «como socios en la lucha contra el crimen organizado transnacional, sobre la cooperación mutua, la corrupción y cómo el FBI puede ayudar a Panamá en las investigaciones contra el crimen organizado».
«Este es un importante paso adelante para que ambas instituciones continúen la cooperación y amplíen áreas de interés mutuo», indicó la Fiscalía panameña en su comunicado.
En agosto de 2020, la Embajada de Estados Unidos en Panamá anunció la creación de una fuerza de tarea conjunta contra el lavado de dinero y la corrupción, mediante «la capacitación y consultoría de personal del FBI a fiscales, agentes de estamentos de seguridad y agencias regulatorias de Panamá».
«La fuerza de tarea se enfocará en desmantelar redes de lavado de dinero y reforzar las capacidades para investigar y llevar a juicio los casos de corrupción y lavado de dinero», precisó entonces un comunicado de la delegación diplomática estadounidense.
Meses después, en octubre de 2020, el entonces Consejero del Departamento de Estado de EE.UU. Thomas Ulrich Brechbuhl afirmó durante una visita a Panamá que «la fuerza de tarea conjunta para combatir el lavado de dinero» ya estaba operando, y que la misma comenzaría «a rendir frutos».
En el encuentro entre Caraballo y Abbate, celebrado en una fecha no precisada por el Ministerio Público panameño, ambos funcionarios también abordaron la temática del tráfico de personas.
Hablaron sobre «hacer frente al flujo migratorio irregular, la persecución de la delincuencia organizada transnacional y el desmantelamiento de los grupos criminales que lucran con dicho fenómeno», de acuerdo con la información oficial.
Panamá, la puerta de entrada a Centroamérica desde el sur del continente, ha recibido este año a más de 402.000 migrantes irregulares que han llegado a través de la peligrosa jungla del Darién en su viaje hacia Norteamérica, especialmente Estados Unidos.
La de 402.000 personas en movilidad es una cifra sin parangón que evidencia la crisis migratoria que vive América, una situación ante la cual Panamá reclama más cooperación de los países suramericanos y que este creciente flujo migratorio sea gestionado bajo la óptica de la co-responsabilidad.