El bitcoin es la moneda digital (también conocidas como criptomonedas o criptodivisas) más conocida, pero no es la única.
En mundos tan alejados como el de las apuestas o los emprendedores de empresas informáticas (start up) proliferan como setas. Los grandes agentes económicos han comenzado a tomar partido, a favor o en contra, mientras muchos de los datos en torno a su funcionamiento y conversión en dinero real siguen siendo tremendamente difusos.
La alarma se desató hace pocos días en el entorno de las criptomonedas cuando Jamie Dimon, consejero delegado de JPMorgan, hizo caer el precio del bitcoin un 10% en un solo día al calificar la moneda de “fraude” y amenazar con no tardar ni un segundo en despedir a los empleados de su banco que negociaran con ella.
Dimon señalaba también que la tecnología que sustenta a bitcoin, la denominada cadena de bloques (bockchain), ya es utilizada por entidades financieras, como la propia JPMorgan, para abaratar el coste de las transacciones.
Pero, frente al “esto no puede acabar bien” de Jamie Dimon, otros analistas apuestan por el futuro de este tipo de monedas virtuales.
El último informe del Banco Internacional de Pagos (BIS, en sus siglas en inglés), entidad supranacional que asesora a los grandes bancos centrales del mundo, incluye también un apartado sobre este tema en el que señala que algunos de estos bancos centrales están estudiando la posibilidad de crear criptomonedas basadas en cadenas de bloques, que se dividirían en dos tipos: una para consumidores y otra para grandes pagos.
ALD