Existe mucha confusión sobre Bitcoin, criptoactivos y su regulación. No es raro escuchar que “Bitcoin no está regulado y los gobiernos deberían involucrarse más”, principalmente entre aquellos que provienen del sistema financiero tradicional o son partidarios de mayores controles.
Antilavadodedinero / a24
Para reforzar este argumento, la idea de regular Bitcoin viene acompañada de declaraciones alarmistas y sin respaldo, como que gran parte de las transacciones son utilizadas para actividades ilícitas. Todo esto es falso.
El mito de la actividad ilícita
Durante años, actores estatales insistieron en el mito de la actividad ilícita y lo siguen haciendo. En mayo, Janet Yellen, secretaria del Tesoro de Estados Unidos, reforzó esta idea afirmando que Bitcoin era “frecuentemente [utilizado] en transacciones financieras ilegales”.
Pero sus declaraciones no están respaldadas por datos, pese a que todas las transacciones de Bitcoin son públicas y pueden ser analizadas. La blockchain de Bitcoin es un registro de todas las transacciones, que no son anónimas si no pseudónimas, y cualquier persona puede auditarlas.
En los últimos años surgieron varias empresas de análisis forense de blockchain que colaboran asiduamente con las autoridades para resolver delitos financieros.
Sin embargo, al contrastar las declaraciones de Yellen con informes elaborados por empresas especializadas, la imagen es muy diferente. Un estudio de la firma Chainalysis sobre 2020 concluyó que la actividad ilegal entre todas las criptomonedas representó menos del 1% de las transacciones. En el caso particular de Bitcoin, la firma CipherTrace ubicó ese número por debajo del 0,5%.
En comparación, se calcula que la actividad financiera ilegal en la economía tradicional está entre 2% y 4% del PBI global. La FinCEN (regulador estadounidense) mantiene una base de datos con 300 millones de reportes de actividades sospechosas. Y se agregan 20 millones por año.
Es decir, las estadísticas marcan que la actividad financiera ilegal florece más en el sistema tradicional que en el cripto.
Bitcoin ya está regulado
Esto es así: Bitcoin está regulado. Solamente, que no lo hace un gobierno. Es más, se puede decir que Bitcoin es el activo más regulado del mundo. Desde su programa de emisión y cantidad máxima de monedas, hasta las reglas para verificar que las transacciones sean legítimas o la dificultad de la minería, todo está regulado dentro del protocolo.
Si alguien decide cambiar estas reglas de manera unilateral y arbitraria puede hacerlo fácilmente, pero salvo que convenza a la mayoría de adoptar sus reglas, quedará excluido de la red Bitcoin.
El carácter distribuido de la red hace que sea imposible para los gobiernos y organismos multilaterales su regulación. Los casos de India y Nigeria, donde directamente prohibieron el uso de Bitcoin y congelaron cuentas bancarias de tenedores de criptomonedas, son ejemplos del ejercicio estéril que es regular Bitcoin. En ambos países ocurrió lo esperable: el precio de Bitcoin se disparó y floreció el mercado P2P (entre pares) fuera del radar oficial.
Una regulación peligrosa
Los reguladores, en general, comprenden esto y han decidido enfocarse en lo que sí pueden regular: las empresas que ofrecen servicios dentro de este ecosistema, como las billeteras, procesadores de pagos o exchanges.
En este sentido, desde 2019, el Grupo de Acción Financiera (GAFI), organización multilateral compuesta por funcionarios que son elegidos arbitrariamente y cuyo objetivo es prevenir el lavado de dinero y financiamiento del terrorismo, viene trabajando en directrices sobre la cuestión para que las apliquen los distintos países.
Las recetas del GAFI apuntan a incluir un régimen de información y reportes similar al del sistema financiero tradicional, pero con un mayor alcance. Mientras que en el sistema tradicional son los bancos e instituciones las que tienen obligaciones de cumplir con sus regulaciones, en el caso del sector cripto la confusa definición de GAFI sobre “proveedores de servicios de activos digitales” (VASP) alcanza a personas que simplemente ejecutan un software en su computadora o contribuyen con modificaciones al código de Bitcoin.
Por ejemplo, bajo la redacción actual de esta regulación, en mi caso me vería alcanzado por las reglas del GAFI y debería informar sobre mis transacciones ya que tengo en mi casa corriendo un nodo de la red Bitcoin.
De aplicarse estas regulaciones estaríamos bajo la mayor pérdida de privacidad financiera desde las nefastas consecuencias que dejó en esta materia el acto terrorista de septiembre de 2001.
Es decir, con las regulaciones propuestas por el GAFI, ciudadanos de los países donde se apliquen podrán recurrir ante los tribunales para denunciar las violaciones a las declaraciones internacionales sobre derechos humanos respecto de libertad de expresión y privacidad.
No todos los criptoactivos son iguales
En materia regulatoria, la SEC de Estados Unidos (un análogo de la Comisión Nacional de Valores local) determinó hace algunos años que Bitcoin y Etheruem son considerados commodities, como puede ser el oro o la soja. Por lo tanto, no debían cumplir con ciertas regulaciones reservadas a productos financieros.
Sin embargo, no hay que extrapolar esta decisión sobre todo el ecosistema cripto. Algunos proyectos, como Ripple, son objetos de investigación por parte de la SEC ya que no los considera un commodity sino valores (similar a una acción bursátil). Y si alguien ofrece valores de forma pública está obligado -en gran parte del planeta- a cumplir con regulaciones y registros estrictos sobre la iniciativa.
Días atrás, Gary Gensler, presidente de la SEC, indicó que los protocolos existentes en el campo de las llamadas finanzas descentralizadas (DeFi) deberían cumplir con las regulaciones sobre valores si quieren ofrecer sus productos en Estados Unidos. Su decisión abre un paso hacia terrenos desconocidos.
Los proyectos en la mira de la SEC no son descentralizados como Bitcoin, y el gobierno podría identificar claramente quiénes están detrás de estos emprendimientos e intimidarlos a cumplir con las regulaciones, usos y costumbres de las finanzas tradicionales.