La llegada de los cárteles de droga a los bosques de Centroamérica ha traído consigo la construcción de carreteras y pistas de aterrizaje ilegales, la expansión de la ganadería para el control territorial y el lavado de dinero, así como la usurpación y explotación de tierras y recursos naturales. Estas actividades, indica el estudio, representan serias amenazas para la vida del jaguar.
El jaguar es el gran félido de América y a pesar de su imponencia, y de tener la mordida más fuerte entre todos los gatos salvajes del mundo, su supervivencia está en peligro. La deforestación y la fragmentación de su hábitat están aislando sus poblaciones. Además, la expansión de la ganadería ilegal, con sus potreros y pastizales, también es una constante en toda su distribución, desde México hasta Argentina.
Como si esto no fuera poco, el jaguar ahora se enfrenta a otro depredador: el narcotráfico. Un reciente estudio publicado en la revista Biological Conservation pone sobre la mesa esta problemática poco estudiada e indica que los esfuerzos internacionales de conservación y la prohibición de drogas se intersectan “de maneras inesperadas” a lo largo del Corredor Biológico Mesoamericano (CBM), pues la lucha antidrogas liderada por Estados Unidos contra el tráfico transnacional de cocaína, está empujando cada vez más a los narcotraficantes y la destrucción ambiental que causan hacia áreas protegidas para establecer nuevas rutas de tráfico. El problema es que en las áreas protegidas también se encuentran las mayores densidades de jaguares en Centroamérica
Su estado de conservación global es Casi Amenazado, pero si se analiza de manera individual su situación en los países donde habita, su grado de amenaza puede ser mayor. En América Central el hábitat del jaguar está tan fragmentado que establecer y proteger algunos corredores biológicos se ha convertido en una de las principales estrategias para garantizar el flujo de las poblaciones, prevenir la endogamia —apareamiento entre parientes cercanos o miembros de una misma familia— y evitar su futura extinción en la región.
Ya no es suficiente con las áreas protegidas
Los investigadores del artículo La conservación del jaguar se encuentra en el fuego cruzado de la “guerra contra las drogas” de Estados Unidos analizaron dos conjuntos de datos geoespaciales que estiman las densidades de jaguares y los cambios en la idoneidad del paisaje para el tráfico de drogas, como consecuencia de la lucha contra el narcotráfico. “Estimamos que aproximadamente el 69 % de la población estimada de jaguares en el CBM se encontraba en áreas de mayor idoneidad para los narcotraficantes. Además, las poblaciones de jaguares dentro de las áreas protegidas eran 2.5 y hasta 34 veces más propensas a estar en áreas de mayor idoneidad para el narcotráfico que aquellas poblaciones de jaguar que habitan en corredores u otras áreas sin designaciones de conservación”, indica el artículo.
Nicholas Magliocca, profesor del departamento de Geografía de la Universidad de Alabama y autor principal del estudio, asegura que estos datos no deben llevar a la conclusión errónea de que las áreas protegidas no cumplen un papel importante, pero sí son una alerta para prestarle atención a los corredores de conservación por fuera de las áreas protegidas, los cuales, según comenta, son hábitats valiosos y todavía no tienen el reconocimiento que merecen.
“Queremos enfatizar en que las áreas protegidas por sí solas pueden no ser la mejor solución para la conservación futura del jaguar y que las zonas forestales fuera de las áreas protegidas aún pueden proporcionar beneficios muy importantes a los jaguares, particularmente los corredores de hábitat que conectan las áreas protegidas, así como las tierras que son manejadas y utilizadas por comunidades locales e indígenas”, le dice a Mongabay Latam Neil Carter, profesor de la Escuela de Medioambiente y Sostenibilidad de la Universidad de Michigan y coautor del artículo científico.
Carter agrega que las zonas externas a las áreas protegidas, incluso si se degradan, pueden seguir proveyendo recursos muy importantes para los jaguares y esos recursos deberían incluirse en los modelos y planes de conservación para estos félidos.
¿Cómo es que las poblaciones de jaguares dentro de áreas protegidas están más expuestas a las actividades del narcotráfico que aquellas poblaciones que están por fuera de ellas?
El estudio publicado en Biological Conservation resalta que, generalmente, las áreas protegidas son sitios remotos con poca presencia humana, lo que crea condiciones perfectas para que las actividades ilícitas del narcotráfico permanezcan ocultas en ellas.
“Este es el caso del Corredor Biológico Mesoamericano (CBM), un mosaico de áreas protegidas, esquemas de conservación y corredores de vida silvestre que se extienden desde el sur de México hasta Panamá […] Se estima que entre el 15 % y el 30 % de la deforestación en el CBM se debe a las actividades del narcotráfico (según un estudio de 2017), lo que coincide con el ascenso de Centroamérica como una ‘zona de tránsito’ preferida para los cargamentos de cocaína hacia el norte”, menciona el documento.
De acuerdo con el Informe Mundial de Drogas 2022 de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, por sus siglas en inglés), el narcotráfico transnacional está asociado con una extensa destrucción ambiental en todo el hemisferio occidental, generando impactos que incluyen la construcción de carreteras y pistas de aterrizaje ilegales para mover drogas, la expansión de la ganadería para el control territorial y el lavado de dinero, así como la usurpación y acaparamiento de tierras y la extracción de recursos naturales.
Los investigadores también mencionan que los lugares donde ocurren estos impactos ambientales cambian constantemente a medida que los narcotraficantes se adaptan a las estrategias de la política antidrogas de Estados Unidos, “que cada vez más empuja a los narcotraficantes a áreas protegidas y territorios indígenas para establecer nuevas rutas, socavando la conservación de la biodiversidad. Estos efectos están poco explorados”, se lee en el artículo.
Otro resultado importante del estudio es que las poblaciones de jaguar que habitan dentro de áreas protegidas y corredores de conservación están “desproporcionadamente expuestas” a las actividades del narcotráfico, en comparación con las poblaciones fuera de ellos. “Se estima que el 52.1 % y el 10.8 % de la población de jaguares del Corredor Biológico Mesoamericano dentro de áreas protegidas y corredores, respectivamente, están en zonas de mayor idoneidad para el narcotráfico, en comparación con un 6.68 % de las poblaciones de jaguar que habitan fuera de áreas protegidas o corredores”.
El Corredor Biológico Mesoamericano (CBM) y los corredores definidos por la Iniciativa del Corredor Jaguar forman un mosaico de áreas de conservación a lo largo del área de estudio. Las áreas con bosque se muestran como aquellas con una cobertura superior al 50 % en el año 2000 (Hansen et al., 2013). Amarillo: corredores del jaguar. Verde claro: Áreas protegidas. Verde oscuro: Cobertura forestal superior al 50 %. Mapa: Artículo La conservación del jaguar se encuentra en el fuego cruzado de la “guerra contra las drogas” de Estados Unidos.
Un llamado a revisar las políticas antidrogas
Nicholas Magliocca menciona que el artículo científico busca llamar la atención sobre los grandes costos que tiene el pensamiento táctico y de corto plazo de la política antidrogas actual. El investigador cree que es urgente pensar en todas las consecuencias no deseadas de esa política, como la afectación de especies como el jaguar, “para aplicar una estrategia más focalizada a largo plazo”.
El profesor Neil Carter considera que la política antidrogas debería considerar los costos e impactos sobre la conservación de la biodiversidad. “Sería muy útil un diálogo con la comunidad conservacionista y las comunidades locales sobre cómo los impactos de la política antidrogas influye en la biodiversidad y en los medios de vida de las personas. Eso ayudaría a inspirar nuevas soluciones políticas que podrían ser más efectivas, tanto en términos de reducción real del narcotráfico, como de las afectaciones para los jaguares y la biodiversidad en general”.
Una de las conclusiones de los investigadores en el artículo es que la financiación directa y el empoderamiento de las comunidades indígenas y locales puede mejorar los resultados generales de conservación, disminuir presiones para depredadores como el jaguar a través de aprovechamiento sostenible de las tierras, desincentivar el establecimiento de actividades de narcotráfico en espacios gobernados por las comunidades y ayudar a alcanzar los ambiciosos objetivos de conservación del Marco Mundial de Biodiversidad Kunming-Montreal 2022.
“Pero estas comunidades no pueden hacerlo solas. Se necesita el apoyo y la inversión de actores internacionales para impulsar legítimamente oportunidades de subsistencia que ofrezcan alternativas diferentes a la participación en economías ilícitas, fortalezcan la gobernanza de las áreas protegidas, incentiven la conservación y compensen los costos directos de la coexistencia entre humanos y jaguares”, indica el artículo científico.
Magliocca comenta que ahora está trabajando en entender las dinámicas del narcotráfico en las zonas donde habita el jaguar en Sudamérica, pues cree que son muy parecidas a lo que ya han encontrado en el Corredor Biológico Mesoamericano, “pero a una escala mucho mayor, principalmente en la Amazonía”. Y no sólo esto, afirma que es importante empezar a trabajar para responder una pregunta crucial: ¿cómo se está entrelazando el narcotráfico con las economías legales y cuáles son las consecuencias para el medio ambiente y las comunidades humanas?