Dada la proliferación de decomisos de drogas en Uruguay, el país se ha visto obligado a reevaluar rápidamente su posición en el tráfico global de drogas. Pero para plantear las soluciones adecuadas, las autoridades deben hacer las preguntas adecuadas.
antilavadodedinero / InSightCrime
La lista de decomisos de cargamentos de drogas en Uruguay, bien sea con destino al país o saliendo de él, es extensa. Una agrupación argentina cayó cuando llevaba 85 kilos de pasta base de cocaína, según un comunicado del gobierno con fecha del 12 de septiembre. Un camión que llevaba otros 30 kilos de cocaína fue sorprendido al tratar de ingresar desde Argentina el 7 de septiembre.
El 5 de septiembre, las autoridades de Paraguay decomisaron una avioneta que llevaba unos 440 kilos de cocaína con destino a Uruguay. En julio, se encontraron 5 toneladas de cocaína en el puerto belga de Amberes, en un barco que había pasado por Paraguay y Uruguay.
La velocidad y la frecuencia de los decomisos de drogas se han acelerado desde la pandemia de COVID-19 y seguirán haciéndolo, según señala un experto entrevistado por InSight Crime, especialmente debido a la mayor vigilancia ejercida por los países vecinos: “Por ejemplo, durante la pandemia, se intensificaron los controles en el puerto de Santos en Brasil. El trasiego [de drogas] allí tuvo una caída importante y la alerta entre las autoridades locales era máxima. [Los traficantes] optaron por otras rutas”, señala Nicolás Centurión, observador y analista de crimen en Uruguay para el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE).
El gobierno ha reconocido que Uruguay tiene problemas con su capacidad para contener el narcotráfico transfronterizo. “Los traficantes extranjeros aprovechan la porosidad de las fronteras que Uruguay comparte con Argentina y Brasil. Y usan a Montevideo como base de operaciones para el narcotráfico y la logística”, dijo Diego Sanjurjo, coordinador de estrategias específicas de la policía contra la delincuencia, para el Ministerio del Interior de Uruguay, durante una entrevista con InSight Crime en junio de 2022.
Pero, más allá de eso, el gobierno no ha presentado ningún plan concreto. En su lugar, los medios y la política en Uruguay están dominados por la saga de Sebastián Marset, el narcotraficante más prominente del país.
Pero el debate no se centra en sus actividades de narcotráfico ni en el desmonte de su red. En lugar de eso, una investigación intenta descubrir si Marset tuvo apoyo desde el interior del gobierno para conseguir la expedición de un nuevo pasaporte, que le permitió ser excarcelado después de su captura en Emiratos Árabes Unidos. Marset se encuentra prófugo y quizá está oculto en Mozambique, según notas publicadas recientemente en medios uruguayos.
El volumen de drogas que pasa por Uruguay es poco en comparación con el que manejan algunos de sus vecinos. Eso no significa que el país pueda darse el lujo de ignorar cómo combatir de manera más efectiva estos altos niveles de narcotráfico.
En primer lugar, un aspecto importante es cómo colaborar con sus aliados y recabar información. Para Centurión, esa colaboración ha faltado. “La coordinación con otros países y con la Administración para el Control de Drogas de Estados Unidos (DEA) ha dejado mucho que desear”, explicó, y mencionó un operativo realizado en octubre de 2020, cuando un narcoavión logró escapar temporalmente de las autoridades uruguayas a pesar de que la operación había contado con una larga planeación. Posteriormente, se rastreó y confiscó el avión en Brasil.
En segundo lugar, el crimen organizado en Uruguay dejó de operar solo. Los narcos del país, como Marset, han forjado alianzas internacionales para mover cocaína de Suramérica a Europa. Lo preocupante es que quizá el Primer Cartel Uruguayo (PCU), de Marset, haya ingresado a una sociedad criminal muy lucrativa entre la ‘Ndrangheta de Italia y el Primer Comando de la Capital (Primeiro Comando da Capital, PCC), de Brasil.
Según una investigación exhaustiva sobre Marset, realizada por el diario uruguayo El Acontecer, varios contactos de alto nivel en la policía le permitieron al PCU convertirse en un enlace en la cadena de suministro de drogas del PCC y la ‘Ndrangheta.
“Marset ha empleado viejas rutas en las que se trafica marihuana desde Paraguay para conectar al PCC […] y la ‘Ndrangheta. Uruguay juega un rol clave aquí”, acotó Centurión.
Pero otro obstáculo es el hecho de que Marset, quien es objeto de una investigación del gobierno, una persecución internacional y cientos de artículos en los medios, sea en realidad un distractor que no permite ver el panorama completo del narcotráfico en Uruguay. “Hay entre cinco y diez grupos nacionales fuertes […] que se destacan del resto”, advirtió Sanjurjo, el funcionario del ministerio del Interior.