Fue una tarde de 1993 cuando Nelson Alexander Flores Pacheco, mejor conocido en la Mara Salvatrucha (MS13) como “Mula”, tomó su cuchillo, apuñaló a un taxista y le reventó la cara a patadas.
antilavadodedinero / InSightCrime
Tenía 22 años y estaba lleno de temeridad, había asaltado al conductor en estado de ebriedad. Cuando la policía del estado de Nevada en Estados Unidos lo llevó preso, Flores ya se identificaba como un soldado de la MS13 en un lugar donde nadie estaba familiarizado con esa pandilla.
Dos años más tarde, lejos de tranquilizar sus impulsos, Flores fue detenido una vez más en el mismo estado por participar en un drive-by shooting contra pandilleros contrarios. Sus delitos le costaron cinco años de encierro y su posterior deportación a El Salvador.
Para Flores fue un forzado regreso a casa, pero al final, regresó. Nació en el departamento de Santa Ana, al occidente del país, el 26 junio de 1971 en el preludio de la Guerra Civil. Ese conflicto lo marcó de por vida; dos de sus hermanas fueron asesinadas durante un ataque terrorista contra un bus y su madre baleada en un fuego cruzado, según expuso el propio Flores en su sentencia dictada por la corte de Ohio.
Durante su niñez, solía ayudar a su padre en el campo después de asistir a la escuela, hasta que lo insufrible de la guerra lo expulsó de El Salvador en 1987 hacia Reno, Nevada. Ahí vivió con un hermano mientras empezaba a forjar su conducta violenta luego de haberse brincado a la MS13 en Los Ángeles, California, durante una corta estadía a comienzos de los noventa. La Park View Locos fue la clica que le abrió las puertas a la MS13.
Después de purgar su condena en Nevada y ser repatriado, Flores reingresó ilegalmente a Estados Unidos a través de Tijuana, México, una ciudad que sirve de patio trasero para muchos mareros que intentan reingresar a Estados Unidos después de ser deportados. Por ahí acostumbran a reentrar debido a la cercanía con Los Ángeles.
A inicios de la década de 2000 y después de reingresar, Flores se instaló en Columbus, Ohio. En ese nuevo suelo siguió forjando su figura pandilleril al punto de levantar una nueva clica, la primera de todo el estado.
“No había clica”, dice su antiguo homeboy “Checa”. “Éramos tres, nos chocamos tres y precisamente me fui a hallar uno de los viejos de ahí, le decían Mula».
Checa, con experiencia pandilleril en las calles de El Salvador, y Flores, con algunos años en el sistema carcelario de Nevada, quedaron al frente de su propia clica que nombraron Columbus Criminals Locos. La nueva franquicia en este estado ensanchó la presencia de la MS13 por el mapa estadounidense y con ello los crímenes. Parte de las ganancias de sus pillajes eran enviadas a El Salvador, Honduras y Guatemala.
Flores logró tener empleos legales y llevar una doble vida entre la MS13 y sus trabajos gracias a falsos documentos de identidad. Era un “empleado educado, respetuoso y puntual”, de acuerdo con la declaración de un antiguo contratista que recogió The Los Angeles Times en una nota.
Este hombre era una especie de pandillero funcional. Pero su doble identidad se vino abajo cuando el 23 de diciembre de 2004 fue arrestado por la Policía de Columbus por un accidente de tráfico menor, revelándose su verdadera identidad. Fue puesto a disposición de las autoridades de inmigración que lo acusaron de reingresar de manera ilegal. Su falta le valió 71 meses de prisión. De 2005 a 2009 purgó sentencia en la prisión de Englewood, Colorado, para después llegar a la prisión de Big Sandy en Kentucky.
El ascenso de ‘Mula’
Fue en Big Sandy donde se encontró con José Landa Rodríguez, alias “Fox“, un respetado mafioso del sistema carcelario de California quien se imponía como miembro de la Mexican Mafia (eMe). Los «carnales» o integrantes de la eMe son un puñado de pandilleros que ejercen una gran influencia sobre el resto de presos pandilleros y latinos dentro de las cárceles federales de Estados Unidos. Esto lo hacen principalmente, pero no exclusivamente, en el sistema penitenciario de California donde nació esta confederación de pandillas.
Es dentro del sistema penitenciario californiano donde la eMe creó una confederación de pandillas latinas del sur de California para que no agredirse entre ellos. Se nombraron sureños y ese pacto de no agresión entre sureños, conocido como SUR, es vital para que puedan convivir en paz al interior de los penales.
Existen docenas de miles de sureños por todo Estados Unidos mientras que los líderes de la Mexican Mafia son tan solo un grupo selecto de veteranos pandilleros que han demostrado ser despiadados pero al mismo tiempo buenos con los negocios y los contactos. Los conocen también como Los Señores.
Por fuera de los muros, Rodríguez tenía un séquito de sureños que lo obedecían a placer. Además, este señor de la eMe, originario del estado de Michoacán, México, tenía nexos con narcotraficantes mexicanos desde 1992 cuando en su juventud se había relacionado con la familia Montes, el contacto principal en California de la Familia Michoacana y luego de los Caballeros Templarios, ambos grupos criminales formados y radicados en Michoacán.
Rodríguez había recibido el negocio de las drogas desde 2011 cuando los hermanos Hugo y Freddie Montes lo designaron como encargado del trasiego de metanfetaminas y marihuana entre Michoacán y Estados Unidos. Esa alianza significó una asociación entre los Caballeros Templarios y la eMe.
En los pasillos y patios del penal estos dos hombres configuraron una amistad y una confianza sólida. Flores lo convenció de que su pandilla no se vende ni se doblega. Con el correr del tiempo, Flores se ganó la confianza y el padrinazgo de Rodríguez dentro de la eMe, convirtiéndose en el portavoz para realizar llamadas a miembros en otras prisiones y a contactos afuera de ellas.
Flores había ganado notoriedad entre sus homies de Columbus por su gallardía y liderazgo, pero no la suficiente para resonar dentro de la MS13 a nivel nacional. Sin embargo, su captura en Ohio fue un punto de giro. Una vez dentro del sistema penitenciario cobró relevancia, poder y fama.
El sobrenombre de Flores empezó a tener eco, no solo en Big Sandy, sino entre los miembros de la MS13 en todo Estados Unidos. Se supo que ya trabajaba como soldado de la eMe y que sus contactos con otras esferas de la delincuencia escalaban. Flores era un prospecto de la MS13 para convertirse en carnal.
Así que antes de que Flores quedara en libertad, Rodríguez ayudó a planear su futuro en las calles. Le encomendó hacerse cargo del tráfico de droga hacia Estados Unidos que tenía la eMe en México y de conseguir los mejores precios. Decidieron que debía asentarse en Tijuana para operar desde esa ciudad fronteriza y poderse reencontrar en tierras mexicanas en cuanto Rodríguez quedará en libertad.
‘Mula’ y Tijuana
El 28 de enero de 2011, después de cumplir su condena en la prisión de Big Sandy, Flores fue deportado a El Salvador como lo establece un documento confidencial del Grupo Conjunto de Inteligencia Fronteriza de la Policía Nacional Civil (PNC), que fue facilitado por DDoSecrets, una organización que recibió documentos de un grupo de hackers que se autodenomina Guacamaya. Pero su tiempo ahí fue efímero. Salió de El Salvador apoyado por una secretaria de la eMe ubicada en San Diego, California. Esta mujer, que estuvo en contacto telefónico con Flores durante las casi tres semanas de su viaje, fue quien se encargó de guiarlo hasta Tijuana.
Tijuana fue un buen hogar para Flores. Esta ciudad fronteriza es tierra de narcos, de contrabandistas, de polleros, de prófugos, de traficantes de personas, de tantas actividades que algunos la consideran “la ciudad del pecado”.
Además, miembros de la MS13 han desfilado por Tijuana desde que a mediados de 1980 la pandilla germinó en Los Ángeles. Ya en esa época, varios de sus integrantes centroamericanos se hacían pasar por mexicanos ante las autoridades migratorias para que los deportaran a esta localidad.
Sin embargo, Tijuana siempre ha sido testigo del vaivén de pandilleros deportados, no solo de la MS13 sino de cualquier pandilla, asegura Ángel Salvador, alias “Zancudo”, uno de los primeros mexicanos en ser aceptado en la MS13. Es por ello que la apariencia pandilleril no resulta una extravagancia aquí. Al contrario, su considerable presencia hace de Tijuana un territorio neutral donde se vive un pacto de no agresión entre pandill
De alguna manera la paz entre pandilleros en Tijuana es una extensión de la filosofía SUR que implantó la eMe en las cárceles de California. Dicha paz la controla la eMe que extiende sus tentáculos hasta Tijuana por lo estratégico que resulta la ciudad para operar y traficar droga. A esta ciudad llega mucha mercancía acarreada de todo México que terminará consumida del lado estadounidense. Para que eso suceda, tienen que existir no solo carteles, sino terceros que se encarguen de cruzarla por los puntos legales e ilegales.
Es entonces cuando la eMe y sus súbditos, los sureños, aparecen en la escena del crimen para trasegar la droga del otro lado de la frontera o para emplearse como pistoleros de algún cartel. Sin embargo, saben que en suelos mexicanos ellos no controlan las calles como en sus barrios de Estados Unidos. En México, la tierra es de los narcos y de sus jefes de plaza, ellos son solo acarreadores.
Por eso Tijuana nunca ha favorecido el desarrollo ni las tareas de la MS13. Acá más que existir una MS13 lo que hay son retazos de mareros deportado provenientes de diferentes clicas, principalmente clicas que nacieron en Estados Unidos.
A diferencia de otras partes donde la MS13 controla mucho territorio, en Tijuana no ostenta ninguna calle, ni ninguna zona. Y en eso coinciden otros varios miembros consultados para esta investigación que aseguran que lo que hay son pandilleros de diferentes rincones del mundo sobreviviendo en una ciudad en la que están de tránsito o de negocio para subsistir en el asfalto tijuanense.
De ese modo podríamos dividir en dos los tipos de mareros que se ubican en Tijuana: los calmados y los activos. Los primeros son los que en su mayoría son expatriados de tierra estadounidense o huyeron de la justicia estadounidense y encontraron en estos suelos un lugar idóneo para tranquilizarse y establecerse tras años de encarcelamiento.
Los segundos buscan forjar contactos con el narcotráfico para pasar droga, venderse como sicarios o delinquir. Algunos de ellos son miembros que iniciaron su carrera pandilleril en Centroamérica, pero la gran mayoría son deportados de Estados Unidos.
Flores, por su parte, era uno de los activos.
Los activos
Por su estrecha relación con Rodríguez en Big Sandy, Flores fue recibido por el longevo carnal de la eMe, Robert Ruiz, alias “Peanut Butter”, en Tijuana. En suelo mexicano se encontraría con otros poderosos y viejos conocidos de la eMe. También entraría en contacto con otros sureños que tenían sus propias conexiones con narcotraficantes.
Sin embargo, fue Ruiz quien de inmediato lo contactó con los mejores postores del narco. En un principio fue el grupo de los Caballeros Templarios, radicado en Michoacán y surgido de los remanentes de la Familia Michoacana. De hecho, Flores, según un funcionario penitenciario federal de Estados Unidos que no quiere revelar su identidad, se convirtió en un sicario de los Caballeros Templarios.
No obstante, Flores estaba algo inquieto y aunque todas las conexiones con grupos como los Caballeros Templarios estaban dadas gracias a su nuevo empleador, la eMe, pronto comenzó a trabajar para donde estuviera el dinero, dice el funcionario. Por ejemplo, se conectó con mayoristas para tercerizar droga y traficarla a varias ciudades de Estados Unidos, principalmente metanfetamina.
Mientras tanto, la relación con Rodríguez continuó pese a la distancia, ya que el carnal de la eMe fue trasladado a la cárcel del condado de Los Ángeles. En llamadas telefónicas interceptadas por el Departamento de Justicia, hablaron en clave sobre droga, política y carnales. Se les oyó platicar sobre el quehacer de los proyectos con los Caballeros Templarios en Los Ángeles.
Entre llamada y llamada, Flores seguía buscando otras oportunidades. “Yako”, un hombre que conoció muy de cerca a Flores y que ha pedido que se utilice un alias ficticio para no revelar nada de su identidad, sostiene que Flores no solo se empleaba para los Caballeros Templarios, sino para cualquier cartel que quisiera darle mejor precio. Yako pudo constatar las negociaciones que Flores trabó con un pequeño grupo de San Luis Río Colorado en Sonora y con el Cartel de Sinaloa.
Con el tiempo Flores empezó a invertir en pequeñas tiendas llamadas Tecate Six. Al mismo tiempo que su fortuna crecía, entró en contacto con varios miembros de la MS13 regados por Tijuana. Se reunía con ellos alrededor de una parrilla con carne asada y cervezas. Pronto comenzó a tenderles una mano, a ofrecerles trabajo en sus tiendas y en ocasiones a brindarles un techo donde dormir.
Flores se estaba convirtiendo en una especie de líder que refugiaba homeboys. Envió dinero a El Salvador y así estableció contacto de nuevo con los líderes de su clica, la Park View Locos. Su liderazgo adornado de carisma era agradecido por varios que hasta la actualidad lo califican de “espléndido” y “buena persona”.
Otro homie, José Alberto Alvarado Molina, alias “Gorras”, famoso por sus temas de rap en torno a la MS13, se convirtió en uno de los pandilleros más allegados y brazo derecho de Flores en Tijuana. Este rapero deportado de Rhode Island fue uno de los primeros en trabajar para él atendiendo uno de sus tiendas Tecate Six, para más tarde convertirse en un hombre buscado por la Interpol por tráfico de drogas y un par de supuestos homicidios.
Más homies se acercaron a Flores pero él fue muy claro con todos. La pandilla no podía vender droga en las calles ni robar a los alrededores dado que Tijuana no era plaza de la MS13, si acaso, de los sureños.
Él, en cambio, prosperó enviando narcóticos a Estados Unidos y llegó a tener dos taxis que operaban por las calles de Tijuana y hasta cuatro Tecate Six donde también guardaba armas. Flores no solo ascendía económicamente, sino moralmente ya que en él también recayó el liderazgo de Los Ángeles, luego de que en esa ciudad se creará un boquete de autoridad que nadie quería tomar. Este hombre, cada vez más cerca de convertirse en carnal de la eMe, se encargó de dirigir por un par de años a todos los mareros de las calles de Los Ángeles desde Tijuana, según Yako.
Muestra de su influencia quedó registrada en una acusación de la Corte de California en 2015, cuando Flores ayudó a uno de sus homeboys tras las rejas a conseguir distribuidores de metanfetamina para que, desde su celda y con celular en mano, las suministrara a Oklahoma y Arkansas a través de peluches rellenos de la droga.
Esa logística hecha desde teléfonos celulares permitió que se coordinarán repartos por varias ciudades de Estados Unidos. Se estima que viajaban cerca de 10.000 gramos de metanfetamina por los estados de Arkansas, Oklahoma, Texas y Nueva York. Parte de esas ganancias que eran enviadas a la representación nacional de la pandilla en El Salvador, conocida como Ranfla Nacional, fueron empleadas para comprar armas, según la fiscalía de ese país.
La Ranfla Nacional en El Salvador estaba motivada con el apoyo de Flores, hasta que el grupo quiso ir más allá y la comunicación se fue desgastando. Marlon Antonio Menjivar Portillo, alias ”Rojo”, uno de los integrantes de la Ranfla Nacional asentado en México y allegado a Flores, le propuso que todos los homies de Tijuana corrieran bajo el Programa México, la extensión de la Ranfla Nacional en el país azteca controlada desde El Salvador. Pero Flores le respondió con un rotundo “no”. Él como soldado de la Mexican Mafia no podía permitir que la MS13 o cualquier pandilla en la frontera se estableciera. En Tijuana debía imponerse la filosofía del SUR, la tolerancia entre pandillas enemigas.
No obstante, el impulso de los líderes de El Salvador era tal que Menjivar, orillado por la Ranfla Nacional, le propuso que la compra y venta de droga en México tuviera una sola línea de mando, la de El Salvador. Un cuanto extrañado, Flores contestó con cortesía que podría ayudarlos a conseguir proveedores más baratos, pero nada más. Volvió a ser conciso al decirles que no tenía intenciones de correr con sus paisanos salvadoreños, que su tiempo y dedicación eran para la Mexican Mafia.
La Ranfla enmudeció.
“Ya no le siguieron el rollo”, apuntala Yako.
Rupturas dentro de la MS13
Flores tiene el pecho, los brazos y las piernas cubiertas de tinta. A la altura del corazón lleva sus prioridades tatuadas: un número 13 como señal de lealtad al SUR y a la eMe; y dentro del número uno del 13 lleva la “M” y la “S” como afiliación a su pandilla. En la parte superior de la espalda tiene tatuada la palabra “sureño” y debajo de esta una enorme “M” y “S”, que abarcan casi todo su dorso. Ese orden de prioridades no le encantó a la MS13.
Aunque Flores mostró generosidad hacia compañeros de la MS13, no fue suficiente para varios. Cada vez más la versión de que estaba más comprometido con la eMe que con su propia pandilla empezó a incomodar. La idea de servir a otro grupo por encima de las dos letras no gustaba, entonces las acusaciones de colocar sus negocios sobre la pandilla se apoderó de varios y la envidia supuró.
“Ya cuando te involucras mucho en eso, en la eMe y el narco, ya el barrio queda en segundo plano, pierdes el principio”, sostiene un pandillero deportado de Los Ángeles, radicado en México.
Otros homies también consideran que los negocios de Flores no son propios de un marero. Y es entonces cuando vienen los conflictos y problemas que terminaron por dividir.
Juan Ramón Cendejas Aguirre, alias “Morro”, tenía un par de años en Tijuana tras ser deportado de Los Ángeles por distribuir cocaína y pertenecer a una organización criminal. Presumía ganarse la vida robando droga a narcomenudistas aunque realmente solía atracar pequeñas tiendas y personas cercanas. No era ese gran criminal que decía ser.
Cuando Flores apareció por Tijuana ambos homeboys mantenían una relación cordial que con el tiempo se deterioró. Cendejas, quizá motivado por la envidia, comenzó a desprestigiar a Flores y a llamarlo “culero”, a desdeñar a todos los homies que trabajaban para él, acusándolos de hacer las tareas más indignas como atender sus Tecate Six.
Ese disgusto llegó al punto más álgido cuando una de las tiendas de Flores fue asaltada. Aquel día de 2015, tres hombres encapuchados con pasamontañas entraron al local atendido por la esposa de Flores y se llevaron cerca de 60 mil pesos (alrededor de $3.000 USD) a punta de pistola, arroja Yako. Durante el asalto amarraron a la mujer de Flores y se largaron. Pero la ropa y complexión de uno de los asaltantes llamó la atención. Era Hensy, otro marero salvadoreño deportado de California.
Flores y sus más cercanos se sintieron indignados. Amordazar a su esposa era un agravio digno de venganza. Uno de los hombres más cercanos a Hensy era Cendejas, por lo que en una reunión, Molina, el famoso rapero, le pidió entregar a Hensy en una semana para que lo despacharan. Alcoholizado y envalentonado, Cendejas aceptó que lo haría en tres días.
La guerra de la MS13 en Tijuana no se daba contra el enemigo, sino frente al espejo.
Pasaron los días, las semanas y los meses. Cendejas jamás lo entregó. Dio falsas alarmas en momentos de embriaguez. Flores y su grupo dedicaron varias noches a patrullar la zona donde vivía Hensy para cazarlo. Merodeaban “enfierrados” con tres armas y dos automóviles. Y tampoco pasó nada.
Hasta que un día, borracho y lleno de valor, Cendejas por fin le marcó a Flores para decirle en clave que se encontraba con Hensy y su esposa, que irían a cenar tacos y llamaría más tarde para darles la ubicación exacta. De acuerdo con Yako, Flores y sus secuaces se alistaron y mandaron a llamar a un homie y jefe de sicarios del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) para acabar con él.
Finalmente, Cendejas, Hensy y su esposa llegaron a la taquería. Se bajaron y caminaron al local. Cendejas fue a orinar y, creyendo que nadie lo escuchaba, le llamó a Flores para darle luz verde. La gente del otro lado del teléfono salió de prisa. Sin embargo, Hensy escuchó claramente cómo su compañero lo entregaba. Sin confrontarlo, disimuladamente abrió la cajuela del auto, sacó unos bidones de gasolina y le dijo a Cendejas que irían por combustible. Tomó un taxi junto con su esposa con dirección a casa de un amigo narcotraficante, dejó a su mujer y le pidió prestado su mini UZI. Hensy después terminaría montado en el coche de un policía vestido de civil que lo llevó de regreso a la taquería, de acuerdo con la narración de Yako. Este relato coincide con dos versiones más compartidas a InSight Crime por otros pandilleros activos en ese momento.
Entre tanto, la gente de Flores había llegado al punto listo para detonar. Él y Molina se quedaron en el auto mientras que el homie sicario bajó decidido a matar a Hensy, pero no lo encontró. Cendejas estaba solo. De pronto, en un acto casi de perfecta sincronización, apareció Hensy desde la ventanilla de un auto rociando balas contra Cendejas. “¡Le pegaron a Morro!”, gritó el homie-sicario. Mientras que Flores y Molina no entendían lo que pasaba. El cuerpo de Cendejas terminó en el suelo vaciándose de sangre y fue llevado de inmediato al hospital. Los trece balazos que recibió esa noche fueron insuficientes para matarlo.
Nadie entendió nada hasta casi dos semanas después cuando Hensy pidió hablar con Flores. Y en un acto de sinceridad, este hombre le reveló que en efecto él había participado en el robo del Tecate Six, pero que lo había hecho por iniciativa de Cendejas, quien era otro de los dos encapuchados que robaron y amarraron a su esposa ese día. Flores y su gente quedaron pasmados. Hensy juró vengarse de Cendejas, pero no pudo. Los narcos en Tijuana se cargaron a Hensy en septiembre de 2016.
La venganza nunca ocurrió y Cendejas sobrevivió, al menos por un tiempo.
A finales de diciembre de 2022 llegó la noticia: Cendejas fue asesinado en su departamento de Tijuana la tarde del viernes 23 de diciembre. Le vaciaron un cartucho en la cabeza. Siete años después de su atentado la muerte lo alcanzó.
Su escape, regreso y caída
La carrera criminal de Flores por Tijuana seguía boyante hasta que accidentalmente apareció en el radar del Buró Federal de Investigaciones de Estados Unidos (FBI, por sus iniciales en inglés). Agentes de ese buró investigaban a través de llamadas intervenidas unos homicidios ocurridos entre 2013 y 2015 y realizados por la Park View Locos en Los Ángeles, pero se toparon con la figura de Flores. Los oficiales pudieron percatarse de su enorme influencia internacional como de sus vastos contactos en la clica. Así que lo intervinieron y rastrearon por meses muy a pesar de que usaba un celular sin GPS.
En esas llamadas, el FBI se enteró de los envíos de droga que realizaba hacia Estados Unidos y de un frustrado traslado de armas que tenían como destino final El Salvador.
El 5 de marzo de 2018 fue detenido en Tijuana, justo en uno de sus Tecate Six. Los llamados grupos de Alto Nivel de Seguridad conformados por los gobiernos de El Salvador, Guatemala, Honduras y México, permitieron su captura. Fue acusado de conspiración para delinquir en la Corte del Distrito Sur de Ohio.
Las autoridades estadounidenses esperaban con ansía la extradición de Flores. Pero nunca llegó. Según información de inteligencia salvadoreña, Flores estuvo detenido en suelo mexicano solo 11 días y llegó el 16 de marzo de 2018 a su país sin ningún delito pendiente.
Su rápida deportación levantó banderas rojas, incluso entre sus compañeros, algunos de los cuales alegaron que había pagado un soborno a las autoridades mexicanas. De hecho, según Yako, Flores sabía de su extradición y pagó para acelerar su repatriación. Ante lo inaudito del escape de Flores, y a petición del gobierno de los EE. UU., la oficina de Interpol emitió una nota roja de captura el 28 de mayo de 2018.
Para noviembre de 2018, Flores regresó una vez más desde El Salvador a Tijuana. Habían pasado solo seis meses desde su deportación fraudulenta de México y las autoridades estadounidenses ansiaban su captura. Sin embargo, Flores no dio muestras de quererse calmar, sino todo lo contrario; siguió trabajando para la eMe enviando gramos y gramos de metanfetamina al país vecino y arropando a homeboys de la MS13 prófugos de la justicia. Las investigaciones que realizaba el FBI permitieron saber que estaba empleando los alias de «40» o «Juana» para distraer a las autoridades. Con esas identidades pasaría lejos de las garras de la justicia por casi dos años.
En su segunda estadía por Tijuana su rencor contra el Programa México afloró. Menjivar y el líder del programa, Hugo Armando Quinteros Mineros alias «Flaco», lo habían entregado a las autoridades mexicanas, ya que los oficiales que lo capturaron se encargaron de revelárselo, de acuerdo con un documento reservado de la Fiscalía General de la República (FGR) de El Salvador obtenido por InSight Crime. Flores compartió esta noticia a uno de los ranfleros más influyente de Los Ángeles, preso en la cárcel de Centinela, California, quien pronto coordinó una venganza desde su celda con Héctor Antonio Alfaro Flores, alias «Crimen”.
Alfaro, quien se encontraba en El Salvador, estaba siendo intervenido telefónicamente por la FGR, quien escuchó el plan a mediados de 2019 de bajar homies de California y Nueva York a Tijuana para asesinar a los hombres del Programa México, según el documento. El atentado fue frustrado debido a que la gente de Nueva York cayó presa en ese estado por cargos de drogas.
Pero eventualmente el tiempo de Flores llegó. El 20 de mayo de 2020 fue capturado nuevamente en Tijuana en otro de sus Tecate Six y entregado de inmediato al FBI en la Línea de San Ysidro con total discreción.
Su detención “nos pegó bien feo”, califica una vieja pandillera de la MS13. “Mula era el consejero, el que siempre tenía una salida, el que siempre de una manera u otra encontraba cómo apoyarnos en lo que fuera”. Así que cuando las calles de la ciudad fronteriza se quedaron sin el marero de la Mexican Mafia sus compañeros quedaron “desorientados”, sin saber qué hacer, sin poder visitar sus tiendas.
En cuanto estuvo en suelo estadounidense fue enviado a Ohio para enfrentar sus cargos y se declaró culpable. El 24 de junio de 2021 fue sentenciado silenciosamente a 5 años en la prisión de Florence, Colorado.
Según su ficha carcelaria, quedaría en libertad el 30 de septiembre de 2024. Pero no será así. En julio de 2021, a tan solo unos días de su sentencia en Ohio, la corte del Distrito Sur de California le abrió un nuevo caso y lo acusa de distribuir metanfetamina e importarla ilegalmente a Estados Unidos.
Aún espera los resultados del nuevo juicio.