El regreso a Haití de un exsenador condenado por lavado de dinero en Estados Unidos podría desatar más agitación en un país que ya se tambalea por la violencia de las pandillas y la inestabilidad política.
El pasado 30 de noviembre, el gobierno de Estados Unidos repatrió a Guy Philippe, expolicía, exsenador y líder golpista en Haití. Su regreso a la isla se dio luego de que cumpliera seis años en una prisión estadounidense tras declararse culpable de conspiración para lavar dinero del narcotráfico entre finales de la década de 1990 y comienzos de la década de 2000.
Una vez en Haití, la Dirección Central de la Policía Judicial (Direction Centrale de la Police Judiciaire, DCPJ) detuvo a Philippe, quien tenía una orden judicial pendiente en relación con un ataque a una estación de policía en 2016. Las autoridades lo liberaron el 2 de diciembre, luego de tres días de interrogatorio.
La relevancia de Philippe como actor político está mayormente relacionada con su participación en una rebelión en 2004 en contra del entonces presidente, Jean-Bertrand Aristide. Aristide huyó del país bajo presión interna y de los Estados Unidos.
Philippe fue conectado al narcotráfico por las autoridades EE. UU., pero luego fue elegido senador en 2016. Nunca ejerció como legislador, pues la policía haitiana lo arrestó casi inmediatamente después de su elección para luego extraditarlo a los Estados Unidos.
Análisis de InSight Crime
El efecto que pueda tener el regreso de Philippe en las dinámicas criminales de Haití es incierto, pero hay algunas hipótesis que sugieren que podría mitigar la violencia de pandillas por la vía institucional, o, por el contrario, al margen de la ley.
Por un lado, Philippe podría aprovechar sus conexiones políticas, económicas y policiales para insertarse en la carrera por la presidencia, y mitigar el impacto de la violencia de las pandillas por la vía institucional. Su interés por asumir este cargo está relacionado con la percepción mesiánica que tiene de sí mismo, explicó Robert Fatton, experto en política haitiana y profesor de la Universidad de Virginia, a InSight Crime.
En esta situación hipotética tendría que lograr “ser percibido por la población como alguien que puede tender puentes entre las pandillas, el gobierno y la oposición” añadió Fatton.
En este escenario, y para asumir un rol de mediador, le favorecería tener conexiones con líderes de pandillas, lo cual no es descabellado. Por ejemplo, dado que Philippe fue policía, es probable que cuente con conexiones con Jimmy Chérizier, alias “Barbecue”, quien también fue un miembro de esta institución, y fundó la alianza pandillera G9 y Familia, afirmó Fatton.
La segunda hipótesis es que Philippe podría liderar un movimiento de autodefensas para mantener a las pandillas fuera del departamento de Grand’Anse, al suroeste del país, explicó a InSight Crime Patrick Pelissier, director del Instituto de Derechos del Hombre en Haití. Una de las razones por las que esto sería posible es que Philippe logró captar un capital social importante para ser electo como senador en 2016, y el respaldo de la población en los movimientos de autodefensa resulta esencial.
Aunque las pandillas tradicionales nacieron en la capital Puerto Príncipe, desde 2015 se viene registrando la expansión y surgimiento de estos grupos en zonas rurales, según comentaron a InSight Crime fuentes en Haití en 2021. Las alianzas entre estos actores han ocasionado la consolidación de las pandillas en zonas que antes se consideraban seguras, pero que ahora registran secuestros, violaciones y asesinatos.
Ante esta situación, altos oficiales haitianos, como Jean-Ernest Muscadin, han liderado movimientos de autodefensa para proteger las zonas rurales, especialmente en el suroeste del país. En este segundo escenario hipotético, “esta zona quedaría prácticamente blindada, pues tendríamos a Muscadin y a Philippe manteniendo a las pandillas al margen”, añadió Pelissier.
