Desde que volvió la nueva normalidad a las calles, los teléfonos de las agencias de detectives no paran de sonar. Hay despachos que tienen el doble de llamadas que en 2019. Y uno de los encargos más frecuentes es destapar falsos positivos de Covid.
Antilavadodedinero / Elconfidencial
Lo confirma David Blanco, responsable de la Agencia de Detectives Gran Vía. La vuelta a la rutina tras el confinamiento «ha generado problemas de todo tipo, algunos de ellos nuevos”. La picaresca ha hecho que los españoles aprovechen la pandemia para sus fraudes.
La mayoría de investigaciones tienen que ver con el Covid y la actividad laboral. Blanco señala que el 80% de los temas de empleo en los que trabaja su firma tienen que ver con trabajadores que quieren escaquearse de sus obligaciones con la excusa de un contagio o que se saltan el teletrabajo.
Contacto con un positivo
Muchos investigados llaman a la empresa diciendo que han estado con un positivo y, como reconoce Blanco, «tienen diez días para estar en casa tocándose las narices». Otros se dedican durante ese tiempo de cuarentena a ayudar en el negocio familiar o a trabajar en otras actividades.
Previo encargo, los detectives privados, mediante investigación y seguimientos, son capaces de descubrir si una persona ha estado, en efecto, en contacto con un positivo de Covid, o si por el contrario lo finge.
Vigilantes del teletrabajo
Otro de los nuevos tipos de casos que ha traído el virus son los relacionados con el teletrabajo. A raíz de sus investigaciones, los detectives han descubierto a empleados que en su horario laboral se iban, con su portátil, a jugar al pádel y entre juego y juego movían el ratón o mandaban un correo electrónico para disimular que cumplían sus obligaciones laborales.
También en los conflictos familiares muchos españoles han aprovechado la pandemia a su favor. Según Blanco, hay ex maridos que se están declarando, en falso, insolventes a causa del Covid con el fin de no pasar a sus esposas e hijos las pensiones.
En la Agencia Gran Vía han llegado a descubrir empresarios que cerraban sus negocios con el argumento del Covid, y que al poco tiempo lo reabría un familiar y funcionaba como antes.
Indicios de fraude
Blanco precisa que los detectives no vigilan a todos los teletrabajadores, ni a todos los que han dado de baja por la pandemia. Actúan solo cuando las empresas tienen sospechas de que puede haber algo ilícito.
«A nosotros nos llaman -explica- cuando hay indicios de fraude. El coste que tendría para una empresa vigilar a todo su personal de baja es mucho mayor que poner en marcha un dispositivo individual. A nosotros nos contratan «para obtener las pruebas”.
La vigilancia del teletrabajo la realizan las propias empresas, con programas informáticos propios. Cuando estos alertan de algún comportamiento raro es cuando se recurre a los investigadores.
Actualmente, las pruebas aportadas por los detectives privados «tienen un valor testifical en el 90% de los juicios», dice Blanco. La aceptación o no depende del juez, pero en los últimos años los magistrados valoran muy positivamente sus informes. Para lograr esta credibilidad, los detectives, que están regulados por ley desde 1951, han tenido que demostrar repetidamente imparcialidad.
Dudas del amor
Pero no todo su trabajo está dirigido a la obtención de pruebas que se puedan utilizar emplear ante un tribunal. Durante la pandemia se han disparado las investigaciones vinculadas a relaciones personales, incluso con el amor.
Respecto a las relaciones personales y sentimentales, los detectives actúan solo cuando el hecho sobre el que van a investigar no es un delito perseguible de oficio.
Blanco pone como ejemplo un caso reciente: un cliente que estaba manteniendo ‘sexting’ por internet y pidió a la agencia que verificara la identidad de la otra persona. Con unos pocos datos, los investigadores descubrieron que la identidad era falsa y que la relación probablemente iba a desembocar en una estafa.
Muchas llamadas piden que investiguen fraudes o extorsiones sexuales en la red, pero en esos supuestos el caso es remitido a la Policía.
Destapando fraudes
A veces, una investigación destapa un fraude y es puesto en conocimiento de las autoridades. Blanco relata el caso de una joven cuya madre llamó a la agencia para que investigara al novio, con el que la muchacha iba a tener un bebé.
«Era una familia muy preocupada porque creía que su hija estaba siendo estafada sentimentalmente», cuenta el detective. El investigado «decía ser abogado, de la realeza y tener un patrimonio alto. Se cameló a la niña y la había dejado embarazada«.
Al final resultó que «todo era mentira: no era abogado, ni de la nacionalidad que decía ser, y era proxeneta. A la niña se le salvó la vida y el hombre fue denunciado a la Policía», concluye Blanco.
No pueden seguir a cualquiera
Los detectives no pueden seguir a cualquiera, explica el responsable de la agencia Gran Vía. Para poder investigar a alguien necesitan que haya un «interés legítimo» por parte del cliente.
Por ejemplo, «hay usuarios que se echan una novia e investigan su pasado». Lo mismo pasa con algunos empresarios con el fin de comprobar que lo escrito en el currículum de sus candidatos es cierto». En este último caso los clientes buscan descubrir si el investigado tiene conexiones con empresas de la competencia omitidas en el documento.
El boom actual no solo tiene que ver con el Covid; la contratación de detectives privados se ha democratizado. «Un informe para despedir a un trabajador son 1.500 euros, y una insolvencia fingida 3.000. Es menos de lo que te cobraría una abogado», resume Blanco.