En un escalofriante incidente que ha sacudido a la tranquila localidad de Cessaniti, en la región sur de Calabria, Italia, el reverendo Felice Palamara escapó por poco de un intento de envenenamiento mientras celebraba la misa el pasado sábado.
Palamara, conocido por su valiente postura contra la mafia local, le fue entregado un cáliz envenenado, el cual notó gracias al olor a lejía que emanaba de los contenedores de agua y vino utilizados en el servicio religioso.
Alertado por su intuición, Palamara detuvo de inmediato la misa y notificó a las autoridades italianas, quienes confirmaron que tanto el agua como el vino habían sido adulterados con lejía. Este insidioso ataque, presuntamente perpetrado por la ‘Ndrangheta, la poderosa red criminal arraigada en la región, se cree que fue en represalia por las constantes denuncias del sacerdote contra el grupo delictivo.
Palamara, quien ha sido objeto de numerosas amenazas de muerte y cuyo automóvil ha sido vandalizado en repetidas ocasiones, expresó su determinación ante la adversidad: “No permitiremos que nadie dañe a nuestra parroquia. Nadie puede detener a un pueblo que merece redención y que busca crecer”.
Este no es un incidente aislado en Cessaniti. Otros líderes religiosos, incluido el reverendo Francesco Pontoriero, han sido amenazados, e incluso se han encontrado símbolos macabros, como un gato muerto, en los alrededores de sus hogares. La persistente influencia de la mafia en la región ha llevado a medidas drásticas, como la disolución del ayuntamiento local por temor a la infiltración de la delincuencia organizada en sus estructuras.
En medio de la conmoción, Palamara, ahora bajo protección policial, ha emitido un mensaje de perdón y amor en las redes sociales: “Mi venganza se llama amor, mi escudo perdón, mi armadura misericordia. No me detendré ante los obstáculos, ni me acobardaré ante la oscuridad”.