Como dice un conocido refrán mexicano: “Tanto peca el que mata la vaca como el que le detiene la pata”. Una frase que encaja perfectamente con las declaraciones de la Dra. Claudia Sheinbaum el pasado viernes. La mandataria señaló que si Donald Trump insiste en calificar como “terroristas” a los cárteles mexicanos, también debería incluir como cómplices a los fabricantes de armas que abastecen a estas organizaciones criminales y a los bancos que “lavan” sus millonarios ingresos.
En un acto que parece más un espectáculo de prestidigitación política que una estrategia efectiva, Donald J. Trump, ha decidido designar a seis cárteles mexicanos como organizaciones terroristas. Esta medida, anunciada el 20 de enero de 2025, pretende abordar la crisis de opioides que, según datos oficiales, cobra más de 100 mil vidas al año en Estados Unidos debido a sobredosis de fentanilo.
Sin embargo, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, no ha tardado en responder con una dosis de realidad que parece escapar al mandatario estadounidense. Sheinbaum señaló que, si se va a etiquetar a los cárteles mexicanos como terroristas, también debería considerarse como cómplices a los fabricantes de armas estadounidenses que abastecen a estos grupos y a los bancos que facilitan el lavado de dinero proveniente del narcotráfico.
El dedo acusador de Trump y la realidad compartida
La administración Trump ha centrado su narrativa en culpar a México por la epidemia de opioides, ignorando convenientemente que la demanda de drogas en Estados Unidos es el motor que alimenta este lucrativo comercio.
Además, mientras se señala a los cárteles mexicanos, se omite mencionar que gran parte del armamento que estos utilizan proviene del propio suelo estadounidense. Según informes, miles de armas de fuego son traficadas anualmente desde Estados Unidos hacia México, fortaleciendo así el poder de fuego de las organizaciones criminales.
Por otro lado, el sistema financiero estadounidense no está exento de culpa. Diversos bancos han sido señalados por facilitar el lavado de dinero a gran escala. Un caso emblemático es el de HSBC, que durante años permitió que fluyeran millones de dólares del narcotráfico a través de sus cuentas, convirtiéndose en una especie de lavandería de lujo para el dinero sucio.
La hipocresía de la designación terrorista
La etiqueta de “organización terrorista” no solo es una herramienta política, sino que también tiene implicaciones legales y operativas significativas. Esta designación podría justificar intervenciones unilaterales en territorio mexicano, en una violación flagrante de la soberanía nacional.
Además, al enfocarse únicamente en los cárteles, se desvía la atención de los actores estadounidenses que juegan roles cruciales en esta cadena de muerte y corrupción. Un ejemplo claro es la fallida operación “Rápido y Furioso”, que permitió el tráfico ilegal de armas desde Estados Unidos hacia México, dotando a los cárteles de un arsenal que hoy sigue cobrando vidas. Si realmente se busca combatir el crimen, no basta con señalar a los narcotraficantes: también se debe responsabilizar a quienes les suministran las herramientas para sembrar el terror.
La presidenta Sheinbaum ha sido clara al respecto: “Si vamos a combatir el problema, hagámoslo de manera integral. No podemos ignorar que las armas que matan a nuestros ciudadanos vienen de Estados Unidos y que los flujos financieros ilícitos encuentran refugio en sus bancos”.
Una solución compartida para un problema compartido
La crisis de opioides y el narcotráfico son problemas binacionales que requieren soluciones conjuntas. Culpar unilateralmente a México mientras se ignoran las contribuciones estadounidenses al problema es, en el mejor de los casos, miope y, en el peor, una muestra de hipocresía flagrante.
Ambos países deben reconocer su papel en esta crisis y trabajar juntos para abordar no solo la oferta de drogas, sino también la demanda, el tráfico de armas y el flujo de dinero ilícito. Solo entonces se podrá avanzar hacia una solución efectiva y duradera.
En resumen, la designación de los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas por parte de Trump es una maniobra política que ignora las raíces profundas y compartidas del problema. Para enfrentar verdaderamente la crisis del narcotráfico, es necesario un enfoque integral que responsabilice a todos los actores involucrados, desde los productores y traficantes hasta los consumidores, fabricantes de armas y entidades financieras que facilitan este ciclo de violencia y muerte.
Solo mediante una colaboración sincera y el reconocimiento de responsabilidades mutuas se podrá avanzar hacia la erradicación de este flagelo que afecta a ambas naciones.
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