Invirtieron sus ahorros en el grupo financiero South Bay Holdings, que comenzó a fines de los 90 con proyectos inmobiliarios en Key Biscayne y en otras zonas de Florida
Denuncian una megaestafa de 200 millones de dólares en Miami que afectó a decenas de argentinos
Decenas de argentinos que invirtieron sus ahorros en la ciudad de Miami durante las últimas dos décadas se preparan para demandar a un grupo financiero que se quedó con sus ahorros. Se calcula que la estafa supera los 200 millones de dólares. El apuntado es el grupo South Bay Holdings, creado a mediados de los 90 para llevar adelante proyectos inmobiliarios exclusivos en Key Biscane y en la zona de Cayo Largo.
Como otras estafas millonarias, no fue de un día para el otro, ni de la misma manera, pero las consecuencias son similares. South Bay Holdings se creó en 1994 con dos socios fundadores de origen ecuatoriano: Roberto Cortes y Ernesto Weisson. Al comienzo estaba enfocada en la construcción de casas lujosas en la zona de Key Biscayne, al sur de Miami Beach. Los fondos provenían de personas de su entorno.
Con el tiempo sumaron financiación de terceros, y luego pasaron a funcionar como un asesor financiero regulado («Registered Investment Advisor»).
La empresa llegó a tener un inventario en construcción cercano a los 100 millones de dólares por año. Para crecer, crearon una casa de bolsa en Ecuador y un fondo de inversión denominado Sentinel Investment Fund. Los inversionistas se multiplicaban, atraídos por tasas de entre 11 y 15% anual en dólares.
En 2004, Cortes y Weisson decidieron saltar a una inversión millonaria: compraron unos 30 lotes en Ocean Reef, un barrio privado de la zona de Cayo Largo con aeropuerto privado, dos canchas de golf y otras comodidades premium. «A los inversores les prometían un interés fijo en dólares, muy alto para lo que era el mercado.
La idea era vender las propiedades y pagar a los inversores», explicó el abogado Martín Litwak, que defiende a más de 130 damnificados.
La crisis financiera de 2008/09, que afectó a bancos de primera línea en Estados Unidos, fue determinante para el futuro del negocio. En lugar de liquidar el fondo y devolver el dinero a los inversores, Cortes y Weisson comenzaron a crear nuevas vehículos financieros para intentar pagarles a los primeros inversores.
La maniobra se repitió varias veces y se extendió durante una década, hasta que estalló hace unos meses, cuando dejaron de pagar.
La estafa ascendería a más de 200 millones de dólares, según la investigación privada que encargó Litwak y reúne 40.000 fojas de documentación, testimonios de ex empleados y otras pruebas. Más de la mitad son fondos de argentinos que apostaron a las inversiones inmobiliarias en Miami. Pero también hay damnificados de Ecuador, Brasil, Uruguay, entre otros países.
El conflicto acaba de entrar en una etapa de mediación extrajudicial. Si no hay acuerdo, los damnificados que asesora Litwak presentarán una demanda en los tribunales de Miami. «No es una demanda colectiva. La gente fue estafada de diferentes maneras. Es un juicio colectivo porque hay multiplicidad de actores, pero hay casos particulares. Hay clientes que perdieron hasta 19 millones de dólares», apuntó el abogado argentino en una comunicación vía Skype.
Cortes y Weisson son reconocidos en la comunidad de Miami por un elevado estándar de vida que incluye autos de lujo, mansiones en Grand Bay Villas, un exclusivo barrio cerrado de Key Biscayne, y decenas de viajes en primera clase.
Antes de fundar South Bay Holdings, Cortes trabajó en Cibc Capital Markets, donde adquirió experiencia en la industria de fondos de inversión y otros vehículos de inversión. Weisson también pertenece a una familia reconocida de Ecuador. Su padre fue asesor de uno de los hombres más importantes de ese país, Ernesto Weisson Pazmiño, y su hermano, Xavier Weisson, se casó con la hija del reconocido abogado Carlos Pareja Cordero, alias «Copaco», con causas judiciales abiertas en Perú y Ecuador.
Más allá de la responsabilidad de los dueños del fondo, la demanda apunta a intentar probar el grado de complicidad de otras empresas que habrían participado en la maniobra, incluso bancos de primera línea.
—¿Qué diferencias y similitudes tiene este caso con el de Bernie Madoff?
—Hay más similitudes que diferencias. Se trata de estafas piramidales que reflejan el esquema Ponzi. En ambos casos se llega a un fraude tan grande debido a que los reguladores no cumplieron con su trabajo y las entidades financieras obtenían rentabilidades tan importantes que decidieron no rechazar este tipo de clientes. La principal diferencia es que en el caso de Madoff, la mayoría de sus clientes eran institucionales o personas de muchísimo dinero.
—¿En qué momento Cortes y Weisson habrían tomado conciencia que su estructura financiera ya no era sustentable?
—De acuerdo con los cientos de documentos que hemos revisado a lo largo de los últimos seis o siete meses, transcurrió un tiempo relativamente largo entre la compra de los lotes en Ocean Reef y el desarrollo de los mismos. Seguramente en algún momento de dicho periodo tomaron conciencia del «agujero» o desfasaje financiero que tenían. En ese momento, lejos de informar a sus inversores de los problemas, y eventualmente presentarse en concurso, comenzaron a financiarse a través de nuevos clientes.
A partir de 2012, los dueños de South Bay Holdings fueron investigados por la Comisión de Valores de Estados Unidos (SEC, por sus siglas en inglés). ¿Los motivos? Comenzaron a ofrecer instrumentos financieros emitidos por sociedades bajo su control. Y también se los acusaba de no entregar información relevante a los inversores. Pero el proceso terminó con un acuerdo: se prohibió a los principales referentes del grupo desarrollar ciertas actividades en Estados Unidos y les impusieron multas.
—¿Qué medidas adoptaron para continuar operando?
—Luego de que la SEC publicara el settlement (acuerdo) en 2016, buscaron un comprador para su negocio pero luego terminaron armando dos trusts (fideicomisos), a los cuales transfirieron activos y pasivos. Pese a que, por definición, y cuando se los utiliza correctamente, los trusts impiden que quienes los constituyeron (llamados settlors) continúen controlando los activos subyacentes, Cortes y Weisson se aseguraron de que esto no fuera así.
Para hacerlo, eligieron un tipo de trust específico que permite mantener el control y contrataron un trustee (Amicorp) y también directores (SGG) que –nuevamente de acuerdo con los documentos que revisamos– siguieron sus indicaciones sin ejercer demasiado control y en perjuicio de los beneficiarios de los trusts (que eran los inversores estafados).
ALD/Infobae