Néstor Kirchner no entró solo, a fines de julio de 2003, al Salón Oval de la Casa Blanca para dialogar con George W. Bush. Lo hizo acompañado por sus ministros de Economía y Relaciones Exteriores, Roberto Lavagna y Rafael Bielsa, el jefe de Gabinete Alberto Fernández, su esposa la legisladora Cristina Fernández, el embajador Octavio Bordón y su vocero Miguel Nuñez. Existían varios interrogantes del lado estadounidense.
Antilavadodedinero / Infobae
Dos meses antes, Kirchner había asumido como presidente constitucional en medio de una algarabía no bien interpretada por los ojos de Washington. En esa ocasión, se dio la singularidad de que dos hombres nacidos en Cuba encabezaban dos delegaciones de países diferentes y antagónicos. El comandante Fidel Castro estuvo al frente de la delegación de la Cuba marxista-leninista y llevaba casi medio siglo en el poder. La misión de los EE.UU. fue liderada por Melquíades “Mel” Martínez, nacido en Sagua la Grande, Cuba, en ese momento Secretario de Vivienda y Desarrollo Urbano de Bush, más tarde senador por el Estado de La Florida.
“Mel” fue uno de los beneficiados por el Plan “Peter Pan” de 1960-1962 que logró salvar de las garras del comunismo a más de 10.000 niños cubanos con la ayuda de la Iglesia Católica y los gobiernos de Dwigth Eisenhower y John F. Kennedy. Instalado en Miami, más tarde, tomó la ciudadanía estadounidense.
En medio de los fuegos de artificio, además de Castro, dos figuras llamaron la atención en las calles porteñas: el brasileño Inacio “Lula” Da Silva y el venezolano Hugo Rafael Chávez Frías, pero ninguno acaparó tanta atención como el jefe revolucionario caribeño que hasta se dio el lujo de ocupar el frontispicio de la Facultad de Derecho –la que había pisoteado en la Isla—para trazar su propio relato de vida a un gran contingente de seguidores.
Qué diferencia con todo lo anterior, se habrá dicho el comandante en su intimidad. Ahí estaba, ovacionado, mientras un anterior mandatario argentino había sostenido años atrás que le “repugnaba” sentarse cerca de Fidel Castro en las cumbres latinoamericanas.
Por su parte “Mel” Martínez comento su sorpresa: “Siendo yo una persona de origen cubano, me sorprendió la reacción hacia una persona que seguramente en su país no hubiera sido tan aplaudido. Una persona que en su país no ha permitido una transferencia del poder ha estado presente en una transferencia pacífica y democrática”. Irónicamente, ante el sospechoso clima que parecía ventilarse en Buenos Aires, George Bush reemplazaría al embajador James Walsh por el cubano-norteamericano Lino Gutiérrez.
Una relación tensa.
Semanas antes de producirse el “face to face” en Washington, un centenario matutino porteño estimó que Bush deseaba conocer al presidente argentino porque en el diálogo telefónico se escuchaban “ruidos en la línea”, es decir, se inquietaban por el discurso progresista del santacruceño y su incipiente cercanía con el eje Castro-Chávez, a la vez que se preguntaban qué tipo de relación deseaba mantener con los EE.UU. Quizá ignoraban que, en los primeros tiempos, Kirchner comenzaba a transitar un espacio de poder con escaso apoyo partidario y en medio de una gran orfandad. No habiendo demostrado nunca ser un hombre de inclinaciones izquierdistas, ante ese panorama, Kirchner supo decirle en la intimidad a un alto dirigente peronista que “la izquierda da fueros” y se embarco en esa nave.
Horas antes de entrar a la Casa Blanca, Kirchner había declarado que esperaba que “Bush nos apoye para alcanzar los acuerdos con el Fondo Monetario Internacional” porque “en varios sentidos luchamos por lo mismo: terminar con la corrupción que nos ha devorado durante muchos años, el narcotráfico y el terrorismo”. En esos momentos, la Argentina debía pagar dos meses más tarde un vencimiento de 3.300 millones de dólares y necesitaba renegociar con los acreedores privados una deuda calculada en 77.000 millones de dólares.
Como era de estimar el primer encuentro fue satisfactorio. Kirchner opinó que fue “muy buena” la reunión porque Bush dio “un franco, decidido e incondicional apoyo al proceso de recuperación” de su país. Por si había alguna suspicacia también afirmo que su colega norteamericano “fue absolutamente respetuoso de nuestro país en todos los aspectos”.
En cuanto al tratamiento del terrorismo, el presidente argentino dijo: “Tenemos una posición totalmente coincidente. Es decir, ustedes saben que nosotros en el lamentable atentado a la Embajada de Israel y a la AMIA tuvimos un atentado a las torres sin aviones, por eso somos totalmente comprensivos de lo que sufrió el pueblo hermano de Estados Unidos con el atentado a las torres y aparte somos absolutamente coincidentes en combatir el terrorismo internacional para que definitivamente ese flagelo termine”. Como era una costumbre, George Bush le mostró el Jardín de las Rosas y otras dependencias de la Casa Blanca. Hubo cordialidad, no calidez.
Tras el primer encuentro en Washington se concreto otro al año siguiente, en septiembre de 2004, en el marco de la reunión anual de las Naciones Unidas. En esa ocasión, Kirchner llego a Nueva York luego de concretar inversiones chinas y negocios con Hugo Chávez en la Argentina; sostener un sordo distanciamiento con Roger Noriega, Secretario Adjunto del Departamento de Estado; relevar a Alfonso Prat Gay por Martín Redrado en el Banco Central y enfrentar una crisis con fuerzas de seguridad y la renuncia de Gustavo Béliz, su ministro de Justicia.
Lavagna, al oído de Kirchner. Cerca, Bush. Los dos, con rostros serios.
Un año más tarde se volvieron a ver en 2005, en Mar del Plata, durante la IV Cumbre de las Américas. Allí, el mandatario estadounidense se sintió maltratado por el clima adverso hacia su persona y su investidura, que Kirchner permitió que se concretara durante las sesiones y en la Cumbre de los Pueblos que se realizó paralelamente en un estadio de fútbol (con fondos del Estado venezolano). Como opinó un miembro de su delegación, Bush “se lo tomó de forma personal, muy personal. No le cayó bien». La falta de previsión de lo que se concretó en Mar del Plata le costó el puesto al habanero-estadounidense Lino Gutiérrez. Para ser sinceros, Gutiérrez se sintió engañado por un alto funcionario del gobierno argentino que le dijo en todo momento que no iba a producirse ningún exabrupto hacia su mandatario.
Meses antes de abandonar el Palacio Bosch Alvear, residencia del embajador de los EE.UU. en la Argentina, Lino Gutiérrez, el diplomático de carrera que había sido embajador en Nicaragua y Subsecretario Asistente Principal para Asuntos del Hemisferio Occidental, dejó para su sucesor -y la Carpeta Básica del “desk Argentina” en el Departamento de Estado- un largo perfil sobre la personalidad de Néstor Carlos Kirchner.
Un trabajo usual dentro de la diplomacia, completado con opiniones personales de los diplomáticos de la embajada y comentarios de los propios funcionarios y dirigentes argentinos. Por su contenido el informe fue realizado en las postrimerías de 2005 y comienzos de 2006.
En el inicial cable “Clasificado” de referencia Buenos Aires 01090, el trabajo considera una introducción, una síntesis, en la que caracteriza “el singular estilo operativo y de toma de decisiones del presidente Néstor Kirchner” que se conoce como “Estilo K”.
Kirchner habla en Mar del Plata 2005.
Gutiérrez considera al “estilo K” como “personalista, a menudo errático, el presidente Kirchner, define la gestión política en la Argentina y está caracterizado por concentrarse en medidas políticamente efectivas y de corto plazo para la acumulación y mantenimiento del poder local. El estilo político para la Argentina de Kirchner no deja margen para el disenso y usa tácticas de dividir para conquistar, buscando dividir a la oposición política.
Si bien utiliza por momentos una retórica izquierdista y populista, en la práctica Kirchner ha demostrado que sus inclinaciones ideológicas son siempre menos importantes que las cuestiones prácticas de la política local.” Su gestión y decisiones son consultadas “con un número pequeño de asesores en los que confía, por lo general de uno en uno”. Como le dijo el Secretario Legal y Técnico de la Casa Rosada, Carlos Zanini, a un funcionario de la embajada: “El presidente y yo nos levantamos cada mañana, miramos los diarios y tratamos de descubrir cómo sobreviviremos ese día.”
En otro momento, el informe subraya la habilidad de Kirchner para cooptar dirigentes opositores “a través del hábil uso de sus poderes fiscales, Kirchner ha logrado atraerse a la mayoría de los gobernadores de la Unión Cívica Radical y muchos intendentes de la UCR. También ha logrado cooptar la conducción política del ya desaparecido
La cuestión ideológica se vuelve a remarcar cuando se afirma: “Aunque utilice una retórica izquierdista y populista, en la práctica Kirchner ha demostrado que sus inclinaciones ideológicas son siempre menos importantes que las cuestiones prácticas de la política interna. Como nos dijo recientemente (Sergio) Acevedo, el presidente Kirchner no tiene ideología. Por ejemplo, la cuestión de los derechos humanos y su filiación política en la década de 1970 no tuvieron ningún peso en los 20 años de vida política de Kirchner como intendente de Río Gallegos y como gobernador de la provincia de Santa Cruz.
Acevedo dijo que el apoyo reciente a las Madres de la Plaza de Mayo y la renovada atención a los crímenes contra los derechos humanos cometidos bajo la dictadura fue resultado de su necesidad de desarrollar una base central de apoyo en el ala izquierda del movimiento peronista. Kirchner fue un gran defensor de las privatizaciones cuando se dieron en la década de 1990, pero desde entonces ha pasado a atacarlas vehementemente.
Esto no quiere decir que Kirchner no tenga simpatías por la izquierda, sino que están completamente subordinadas a sus propios intereses y ambiciones políticas personales.”
“El estilo de gestión política de presidencial se ha vuelto más pronunciado después de que el resultado de las elecciones de 2005 y los cambios en el gabinete en noviembre de 2005 dejaran a Kirchner firmemente a cargo de todos los aspectos de la toma de decisiones del gobierno. Antes de las elecciones de octubre tomaba en consideración las opiniones del ex presidente Duhalde para la toma de decisiones importantes.
La resonante victoria de Kirchner en la provincia de Buenos Aires (2005) le dio el control del Partido Peronista y desterró a Duhalde del centro de la escena política.” En esa escalada por retomar el poder de decisión desplazó al Ministro de Economía, Roberto Lavagna, y al canciller Rafael Bielsa “que ocasionalmente mostraba ciertas inclinaciones independientes. Sus reemplazantes, Felisa Miceli y Jorge Taiana, son soldados leales que cumplen órdenes presidenciales.
Por ejemplo, recientemente se le dio a Miceli una copia de un comunicado que había entregado a una agencia noticiosa por la Casa Rosada, con los comentarios de Miceli criticando un reciente discurso de Lavagna, antes de que Miceli hubiese hablado.”
El presidente Nestor Kirchner, acompañado por su esposa y miembros del gabinete, junto a su par de Estados Unidos George W. Bush durante la reunion previa a la inauguracion de la IV Cumbre de las Americas.
Al margen de sus conversaciones con un reducido grupo de funcionarios, el informe sostiene que Kirchner “a menudo ni siquiera consulta ni alerta a altos funcionarios del gobierno antes de hacer declaraciones importantes de políticas de sus respectivas áreas de responsabilidad.
Según funcionarios del Banco central, por ejemplo, el presidente de la institución Martín Redrado se enteró de que el gobierno iba a usar caso 10.000 millones de dólares de reservas del Banco Central para saldar cuentas con el Fondo Monetario Internacional cuando Kirchner lo anuncio públicamente. Gente de la Casa Rosada ha descripto al presidente como proclive a tomar decisiones rápidas, a veces incluso imprudentes y precipitadas”. A continuación la embajada establece un listado de los “enemigos” internos y externos a quienes Néstor Kirchner considera como “blancos” a enfrentar y explicita: “Entre los blancos se han incluido al Fondo Monetario, los EE.UU., los medios periodísticos, la Iglesia Católica, los militares argentinos, la comunidad empresaria extranjera y local, las estaciones de servicio extranjeras, todo lo sucedido en la década de 1990, los ex presidentes Carlos Menem, Fernando de la Rúa y Eduardo Duhalde. Kirchner a menudo ataca a grupos o individuos impopulares como medio para aumentar su propia tasa de aprobación pública.”
En el cable 02974 que contiene una parte del mismo informe se observa que “cuando (Kirchner) enfrenta un problema, la primera reacción es salir a la ofensiva, en vez de negociar, subiendo la apuesta por si fracasan sus esfuerzos iniciales para lograr el resultado deseado. Cuando Kirchner enfrentó resistencia del sector empresario y agropecuario a sus esfuerzos por controlar la inflación de este año, Kirchner instituyó una prohibición de las exportaciones de carne y nombró al economista no ortodoxo peronista Guillermo Moreno para conducir las iniciativas anti inflacionarias del gobierno, con actitudes prepotentes y amenazando a productores individuales para que bajaran los precios.”
Tras hacer mención al enfrentamiento con el mandatario uruguayo Tabaré Vázquez por la construcción de las pasteras en la frontera, Kirchner “alentó a los residentes de la provincia afectada a fortalecer su bloqueo de los puentes que conectan los dos países, resultado pérdidas de comercio y turismo por millones de dólares para Uruguay.”
Kirchner con Lino Gutiérrez, embajador de los Estados Unidos en la Argentina antes de la IV Cumbre de las Américas en Mar del Plata.
Cuando se tratan los modos y las líneas de política exterior del ex presidente argentino, el embajador Gutiérrez considera que “no es versado en la diplomacia internacional y a menudo ignora al protocolo básico. Las gaffes de Kirchner con dignatarios extranjeros son legendarias. En junio de 2004 dejó al líder ruso Vladimir Puttin esperando en el aeropuerto de Moscú para una reunión que nunca se concretó, según se dice porque Cristina Kirchner quería pasar más tiempo de compras en su parada previa de Praga.
El gobierno sostuvo que el ´mal clima´ había demorado su partida, cuando los informes meteorológicos hablaban de un clima soleado en Praga. Más delante de ese año faltó a una cena oficial que supuestamente debía presidir en honor del presidente vietnamita Tran Duc Luong. De modo similar, Kirchner faltó a una recepción de honor de la visita de estado de la reina Beatriz de Holanda en marzo de 2006. Kirchner tampoco recibe a los embajadores, como dicta el protocolo de estado, relegando esta responsabilidad al vice presidente Daniel Scioli.”
En uno de los párrafos finales se advierte que, dado el estilo y la definición de las decisiones políticas en la Argentina, “en el año por delante podría suscitarse más problemas en la relación con los EE.UU. y la Argentina, al concentrarse Kirchner en fortalecer su base política de centro izquierda para las elecciones de 2007.
Dadas las cifras de las encuestas que muestran que de todos los países de la región Estados Unidos es el país del que peor imagen tienen los argentinos, será un blanco conveniente para Kirchner. Tal como sucedió en la campaña presidencial de 2003, Kirchner se presentará como el único defensor real de la Argentina ante la comunidad mundial. Se dice que la Casa Rosada ya ha comenzado una iniciativa para vincular a Roberto Lavagna con Estados Unidos, por ejemplo, alentando la publicación de artículos en los medios que digan que Estados Unidos aprueba y está promoviendo una potencial campaña de Lavagna a presidente.”