Francesco Spagnesi, sacerdote de la diócesis italiana de Prato, se encuentra desde este martes en arresto domiciliario al haber sido acusado de tráfico e importación de sustancias estupefacientes. El presbítero, de 40 años, que llevaba desde principios de mes suspendido de sus responsabilidades como párroco, se ha visto implicado en una investigación policial por el supuesto uso de cocaína y de GBL, un potente narcótico variante del GHB, la llamada ‘droga de la violación’. El GBL se consume en las llamadas ‘chemsex’, fiestas en las que el sexo desenfrenado se mezcla con el consumo de diversas drogas y otras sustancias.
Antilavado de dinero / Vida Nueva Digital.
La detención de Spagnesi fue posible después de que la Policía descubriera y detuviera el pasado mes de agosto a su cómplice en la importación de GBL desde Holanda. El sacerdote habría utilizado para comprar esta droga, que se vende a unos 100 euros el litro, las ofertas que le entregaban los fieles de la parroquia de la Anunciación de Prato de la que era responsable. Según los investigadores, el GBL habría sido consumido junto a personas con las que el presbítero contactaba a través de páginas web de encuentros sexuales.
Movimientos sospechosos en las cuentas
El obispo de Prato, Giovanni Nerbini, mostró su “dolor y consternación” ante la detención de Spagnesi. “Son noticias que un padre y un pastor no querría recibir nunca y que golpean a toda la diócesis”, dijo, asegurando que estaba informado desde hace tiempo de los problemas psicológicos del sacerdote. Aunque al principio pensó que se trataba solo de un “malestar personal”, en abril el presbítero le reconoció que hacía uso habitual de drogas, por lo que el obispo le invitó a que realizara una terapia de desintoxicación con un psicoterapeuta.
A estas dificultades no tardaron en unirse los problemas económicos. “Cuanto tuvimos noticia de movimientos sospechosos en las cuentas de la parroquia, retiré el poder de firma exclusiva del párroco, para poder así verificar la situación”, explicó Nerbini, al que el sacerdote justificaba sus retiradas de dinero diciéndole que se trataba de “ayudas para personas necesitadas de la parroquia”. Esta situación llevó a que el obispo le anunciara el pasado mes de junio que, desde el 1 de septiembre, le retiraba la responsabilidad de gestionar la parroquia de la Anunciación para que pudiera dedicarse plenamente a la terapia de rehabilitación e intentar así superar la toxicodependencia.