Tratas de personas subcontratan a conductores particulares para burlar a las autoridades

Las autoridades federales y locales de Arizona han levantado las alarmas por el aumento en el uso de individuos no relacionados con los grupos criminales para que ejerzan como conductores en las operaciones de tráfico de personas, una práctica que, señalan, ha traído consecuencias graves y trágicas para los involucrados, los migrantes, e incluso para los transeúntes.

Antilavadodedinero / InSightCrime

Varios integrantes de la unidad de Investigaciones de Seguridad Nacional (Homeland Security Investigations, HSI), la división de investigaciones del Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos (Department of Homeland Security, DHS) y la Comisaría de Policía del Condado de Cochise en Arizona le dijeron a InSight Crime que los grupos de tráfico de personas están reclutando individuos, muchos de ellos adolescentes, a través de plataformas de redes sociales como Snapchat, Facebook e Instagram, para que se trasladen en sus autos hasta las zonas fronterizas y recojan migrantes indocumentados.

Una vez allí, los conductores reciben instrucciones acerca de dónde deben llevar a los migrantes —usualmente una casa refugio u otro punto de recogida—. El pago que reciben los conductores varía. Los investigadores de HSI dicen que ronda los US$500 por persona. Pero la Comisaría del Condado de Cochise estima que es de unos US$2.500 por persona, lo que coincide con una operación de tráfico de personas desmantelada recientemente en el sur de Texas, donde, según fiscales federales, a los conductores se les pagaba hasta US$2.500.

El dinero se paga en efectivo contra entrega, mediante cajeros automáticos de bitcóin o aplicaciones de transferencia de dinero, según señalan las autoridades.

Sin embargo, el resultado de algunas de estas acciones de tráfico de personas ha sido trágico. En julio, medios locales de Arizona informaron que el pasajero de un Ford Explorer murió en Benson, una ciudad del condado de Cochise, después de que el conductor del automóvil, tratando de escapar de la policía, se estrellara en una intersección con otro automóvil luego de pasar por las púas que la comisaría había instalado en la carretera. Dos migrantes y el conductor sobrevivieron al accidente.

Escena del accidente en el que un pasajero de un vehículo que transportaba migrantes indocumentados murió tras una colisión en el sur de Arizona (Foto cortesía, Comisaría del Condado de Cochise)

En octubre de 2021, medios locales de Arizona informaron que un adolescente que viajaba a casi 160 km/h con dos migrantes en su vehículo se estrelló contra un Ford Focus. La mujer de 65 años que conducía el Ford murió en el acto. El conductor fue acusado de homicidio culposo; las dos migrantes que viajaban con el adolescente resultaron heridas, pero sobrevivieron.

La comisaría del condado de Cochise dice que en el último año han muerto seis personas debido a estas persecuciones a alta velocidad, muchas de las cuales han ocurrido en áreas residenciales después de que las autoridades dejan de perseguir a los presuntos “carros de carga”, como se les denomina a estos vehículos.

“Esta es una crisis humanitaria”, dice Robert Watkins, comandante de operaciones de la comisaría. “La gente no se siente segura”.

Esto incluye a los migrantes, algunos de los cuales han resultado gravemente heridos en numerosos accidentes, como señala Watkins. Y agrega que, desde que su despacho comenzó a rastrear el modus operandi, se han registrado cerca de 600 “incidentes de tráfico” en un período de seis meses, y se han realizado 107 arrestos después de persecuciones a alta velocidad.

Hay dos grandes conclusiones que se desprenden de estas prácticas en la frontera entre Estados Unidos y México.

En primer lugar, este es otro claro ejemplo del poder de las redes sociales y de cómo los grupos criminales dedicados al tráfico de personas se están aprovechando de lo que dichas redes ofrecen.

“Las redes sociales son nuestro enemigo”, dijo el comisario de policía del condado de Cochise, Mark Dannels, en comunicación con InSight Crime.

Y quizá está en lo cierto. Por mucho tiempo, los ciudadanos estadounidenses han ayudado en las operaciones criminales a lo largo de la frontera, pero lo que las autoridades están describiendo es un tipo de subcontratación criminal que les permite a los traficantes de personas ampliar su potencial de mano de obra. Watkins dice que los sospechosos vienen de lugares tan distantes como California y Nueva Jersey.

Además, el reclutamiento a distancia, a menudo con completo anonimato, significa que los grupos criminales ya prácticamente no se exponen. Las interacciones virtuales también permiten que los conductores se sientan menos expuestos, según dicen los investigadores de HSI.

“Probablemente [los conductores] saben que están recogiendo gente”, dice Leo Lamas, agente especial adjunto a cargo del HSI en Tucson. “Y piensan: ‘¿Qué hay de malo en eso? Solo estoy recogiendo gente. Son [personas] pobres, ¿no?’. No se dan cuenta de la gravedad de lo que están haciendo, hasta que se ven involucrados en una persecución a alta velocidad, y reconocen que han empeorado el problema en el que se han metido”.

En segundo lugar, este nuevo modus operandi muestra la rapidez con que cae el valor de un migrante tan pronto como cruza la frontera. La decisión de poner a los migrantes en manos de personas inexpertas que no hacen parte del grupo de traficantes indica que a la red ya no le importa lo que suceda con su “mercancía”, como dicen las autoridades.

“Los migrantes ponen todo el dinero y asumen todos los riesgos”, explica Watkins. “El grupo [de traficantes] nunca se ve afectado”.

Watkins dice que, en los últimos meses, su equipo se ha desesperado y comenzó a explorar soluciones extremas, como el uso de un francotirador con un arma de asalto suprimida .300 que le pudiera disparar al motor del auto desde un helicóptero a toda velocidad.

Aclara que esa idea fue descartada, y que se prefiere poner púas en la carretera y quizás, en un futuro cercano, camiones con puntales sujetos a los parachoques.

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