En un lujoso sector de El Poblado la Dijin, el FBI y a Interpol encontraron a uno de los criminales más buscados en tres continentes, cerebro financiero de una enorme red criminal de tráfico de drogas y lavado de activos.
Después de meses de búsqueda, las autoridades cerraron el cerco contra Taofiq Ramsis, un ciudadano holandés pedido en extradición por la justicia estadounidense, por pertenecer, presuntamente, a una red internacional de lavado de dinero.
La captura del holandés fue celebrada por las autoridades de Alemania, Holanda, Colombia, Australia y Estados Unidos, pues se le considera como uno de los cerebros de una organización internacional encargada de lavado de activos, narcotráfico y conspiración. Específicamente, a Taofiq se le responsabiliza de liderar “una red de blanqueo de dineros de procedencia ilícita a través de criptomonedas”.
La red de la que haría parte Ramsis, según la investigación del FBI, desplegó sus tentáculos en operaciones ilícitas en América, Europa y Australia, trabajando para varias organizaciones “de tráfico de drogas independientes asentadas en Colombia, para dinamizar este delito”.
Ramsis sería el responsable de supervisar y coordinar transacciones internacionales de lavado de dinero a gran escala. Para lograrlo, según las autoridades, el holandés se hacía pasar como un importante empresario, “por lo cual tenía como fachada diferentes empresas”.
Según las autoridades, bajo esta fachada el hoy capturado habría saltado de país en país, por varios continentes, donde durante años fue más rápido que las autoridades, que siempre que estaban cerca de su paradero llegaban tarde, pues encontraban que había abandonado el país con destino indefinido. Sin embargo, con datos que entregaron informantes y las mismas pistas que fue dejando en el camino, Taofiq finalmente fue hallado en Medellín, donde llevaba una vida como exitoso y millonario empresario extranjero. Ahora enfrenta la posibilidad de una condena de varias décadas.
La captura del holandés refuerza la información que tienen las autoridades desde hace varios años de que Medellín se convirtió en destino apetecido de capos internacionales.
El último gran caso ocurrió en agosto pasado cuando cayeron en Medellín un presunto narcotraficante que sería el principal vínculo de una estructura del narcotráfico de Brasil y un australiano que estaría dedicado al lavado de activos en Colombia. Todo esto en medio del recuerdo de la detención de un serbio en el aeropuerto de Rionegro, quien escapó días después del mismo terminal aéreo.
Según Luis Fernando Quijano, director de la Corporación para la Paz y el Desarrollo (Corpades), “ante el flujo muy alto de turistas, esto permite que muchos jefes de grupos criminales de otras partes del mundo se vengan acá. Primero, en el plano de la diversión; segundo, en el plano de los negocios; y tercero, pues, en el plano del refugio”.
Y es que Medellín es una de las ciudades con mayor crecimiento en su cantidad de visitantes. Según la Alcaldía de Medellín, el año pasado llegaron 1.380.000 turistas de todas partes del mundo y este año se tiene previsto que sean 1.500.000.
Pero así como vienen foráneos a conocer los atractivos turísticos que tiene la ciudad, algunos aprovechan sus cualidades para ocultarse y, de paso, hacer rendir el dinero, muchas veces, obtenido de manera ilegal.
Según Quijano, la mayoría de las veces estos capos internacionales montan sus refugios en las zonas más prestigiosas del Valle de Aburrá, el Oriente o el municipio de Santa Fe de Antioquia por sus comodidades y facilidades para poderse movilizar y ocultarse.
En los últimos años han sido capturados grandes criminales israelíes, mexicanos y canadienses, por lo que la policía ha señalado que está reforzando su capacidad de acción y su trabajo en llave con la Interpol para introducir a Medellín en las grandes estrategias de seguridad nacional a nivel mundial y así tener un equipo encargado de investigar y, eventualmente, “cazar” a los grandes capos ocultos entre las montañas de Medellín y las regiones cercanas.
