La disputa geopolítica pone de relieve un ámbito especial, el control sobre la moneda más utilizada globalmente como medio de pago y el sistema global de liquidación y compensación, denominado Swift, controlado por la Unión Europea y EEUU.
Es en este contexto que la declaración de los estadounidenses de que los países Brics no podrán encontrar un sustituto para el dólar estadounidense, ya que no hay alternativa para éste en el mercado cambiario, es otro capítulo de las amenazas y acciones de Estados Unidos. Así lo afirmó el 5 de febrero el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent, en una entrevista concedida a Fox Business. “Puede que otros países hablen de ello, puede que intenten arrebatarnos nuestra condición de moneda de reserva, pero no hay otra moneda de reserva en el horizonte”, afirmó Bessent, según la agencia Reuters.
El 30 de enero, el presidente estadounidense, Donald Trump, dijo que Estados Unidos impondría aranceles de importación del 100% a los Brics si la asociación intentaba reemplazar al dólar en el comercio mundial. Resaltó que Estados Unidos no permitirá que se sustituya al dólar en el comercio internacional y advirtió de que los países que lo intenten se enfrentarán a duras medidas comerciales. El 21 de enero, el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, señaló que las declaraciones de Trump sobre los aranceles a los Brics y la retirada de una serie de acuerdos indican qué métodos utilizará la parte estadounidense para promover sus intereses. Según él, los intereses de Washington en el escenario mundial permanecen invariables independientemente de quién ocupe la presidencia: demócrata o republicano. El objetivo principal es siempre superar a los competidores, enfatizó Lavrov.
La amenaza de Donald Trump a los países Brics de imponer aranceles del 100% si intentan reemplazar al dólar estadounidense en el comercio internacional ha provocado una onda expansiva en el panorama financiero mundial. El expresidente estadounidense, conocido por su postura agresiva en materia de políticas económicas, no se anduvo con rodeos en su publicación en Truth Social, declarando que cualquier país que apoye una moneda Brics debería esperar represalias económicas en forma de aranceles elevados.
Pero ¿es ésta una amenaza creíble o se trata simplemente de otro estallido populista diseñado para reforzar el dominio estadounidense en el comercio global? Han pasado décadas y el dólar ha mantenido su estatus como principal moneda de reserva del mundo, representando más del 58% de las reservas mundiales de divisas, según el Fondo Monetario Internacional (FMI). Este dominio ha dado a Estados Unidos una ventaja única en el comercio global, permitiéndole imponer sanciones, influir en los flujos financieros y dictar políticas económicas internacionales. Sin embargo, el bloque Brics (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) ha estado trabajando activamente en iniciativas de desdolarización, desafiando la supremacía económica de Estados Unidos.
En una contraofensiva, los países Brics han estado explorando la creación de una moneda alternativa durante años, impulsados en gran medida por las tensiones geopolíticas y económicas con Estados Unidos. Rusia y China, en particular, han sido líderes en la reducción de su dependencia del dólar, especialmente después de las sanciones estadounidenses a Rusia por la guerra en Ucrania y la rivalidad económica más amplia de Washington con Pekín. Según los informes, las liquidaciones comerciales en monedas distintas del dólar entre los miembros del Brics han aumentado más del 30% en los últimos cinco años.
La explicación de Trump muestra el temor de Estados Unidos a perder su influencia económica. Una moneda Brics exitosa debilitaría el control de la Reserva Federal sobre la liquidez global y potencialmente reduciría la demanda de bonos del Tesoro estadounidense, que son un componente clave de la estrategia de financiamiento de la deuda estadounidense. Esto podría significar un desastre para la economía estadounidense, que actualmente tiene una deuda nacional de más de 34 billones de dólares. La cuestión es que un recargo del 100% para los países Brics se convertiría en una realidad.
Esta acción tendría consecuencias devastadoras, no sólo para las economías Brics, sino también para las empresas y los consumidores estadounidenses. China por sí sola representa más del 15% de las importaciones totales de Estados Unidos, y el comercio bilateral entre ambas naciones supera los 650.000 millones de dólares anuales. Un arancel generalizado provocaría una inflación masiva en Estados Unidos, ya que los consumidores y las industrias estadounidenses dependen en gran medida de las importaciones baratas de los países Brics.
Además, muchas corporaciones multinacionales estadounidenses operan en los países Brics. Empresas como Apple, Tesla y Boeing obtienen materias primas y fabrican productos en China e India. Una guerra arancelaria obligaría a estas empresas a reasignar las cadenas de suministro, lo que aumentaría significativamente los costos operativos.
Históricamente, las escaladas arancelarias han llevado a recesiones económicas, como se vio en la guerra comercial de Trump con China en 2018, que costó a las empresas y consumidores estadounidenses un estimado de 316 mil millones de dólares en dos años. Una cuestión a analizar es que la amenaza de Trump es a la influencia ya existente de los Brics en el comercio global. El bloque se está expandiendo y países como Arabia Saudita, Irán, los Emiratos Árabes Unidos, Egipto y Argentina han expresado interés en unirse.
Esta expansión podría crear una fuerte alianza económica que controle más del 45% de la producción mundial de petróleo, el 35% del PIB mundial y la mitad de la población mundial. Una moneda Brics respaldada por oro, tierras raras o materias primas podría representar un serio desafío para el sistema del petrodólar.
Incluso con la vehemencia de Trump de que ningún país puede reemplazar al dólar estadounidense en el comercio internacional, la realidad es más matizada. El yuan chino ya está ganando terreno en las transacciones comerciales globales: solo en 2023 se liquidaron transacciones en yuanes por más de 7 billones de dólares. Rusia y China han aumentado su comercio bilateral en rublos y yuanes en un 80% en los últimos dos años, lo que ha reducido significativamente su dependencia del dólar.
En términos de nuevas formas de pago, el auge de las monedas digitales y la tecnología blockchain podría acelerar los esfuerzos de desdolarización. El yuan digital de China (e-CNY) ya se está probando en pagos transfronterizos, y otras naciones Brics están explorando las monedas digitales de los bancos centrales (CBDC). Si los Brics pueden crear una moneda digital segura, eficiente y ampliamente aceptada, podrían eludir el sistema Swift y limitar la influencia financiera de Estados Unidos.
Las constantes afirmaciones de Trump sobre “países hostiles” revelan una incomprensión fundamental de la economía global. El mundo es cada vez más multipolar, y China, India y Rusia están emergiendo como actores económicos dominantes.
La suposición de que Estados Unidos puede dictar unilateralmente los términos del comercio global es obsoleta. Incluso los países europeos, tradicionalmente alineados con Estados Unidos, están explorando el comercio en monedas distintas al dólar debido a las impredecibles políticas económicas de Washington. Si, en este sentido, Trump cumple con su amenaza de aranceles del 100%, podría desencadenar una importante crisis económica mundial.
La Organización Mundial del Comercio (OMC) y la Cámara de Comercio Internacional probablemente cuestionarían estos aranceles como barreras comerciales ilegales, lo que daría lugar a disputas diplomáticas. Además, los países Brics podrían tomar represalias recortando la inversión en activos estadounidenses, desestabilizando aún más a Wall Street y al dólar.
La pregunta más importante es si una moneda Brics puede tener éxito. Aunque la idea es ambiciosa, las diferencias internas dentro del Brics podrían plantear desafíos. China e India, por ejemplo, tienen disputas territoriales y las políticas económicas entre los países Brics no están armonizadas. La creación de una política monetaria, un mecanismo cambiario y una infraestructura financiera comunes requiere una cooperación profunda, que sigue siendo incierta. Vale la pena señalar que, incluso si no se materializa una moneda Brics unificada, la tendencia a la desdolarización es irreversible. Los países están diversificando sus reservas extranjeras más allá del dólar, y los acuerdos comerciales bilaterales en monedas locales están aumentando.
El dominio del dólar se está reduciendo, y las amenazas de Trump —cumplidas o no—probablemente aceleren el alejamiento global de la dependencia del dólar. La lógica de Trump también corre el riesgo de alienar a aliados clave de Estados Unidos. Brasil, Sudáfrica e India son grandes democracias y tienen vínculos comerciales históricos con Estados Unidos. Impulsarlos hacia China y Rusia imponiendo aranceles extremos sería estratégicamente imprudente para la política exterior estadounidense.
Todavía queda por ver si la retórica arancelaria del 100% de Trump es solo una negociación de campaña o una política genuina. Sin embargo, una cosa está clara: el orden económico global está cambiando y los días en que la supremacía del dólar estadounidense no era cuestionada están desapareciendo rápidamente.
Una última reflexión: las palabras de Trump demuestran una práctica de nacionalismo económico clásico, que puede tener buenas repercusiones internas, pero ignora las realidades del comercio global. El mundo ha cambiado y la coerción económica ya no es tan efectiva como antes. Los países Brics son demasiado importantes económicamente como para ser obligados a someterse. Estados Unidos debería explorar la diplomacia económica y colaborar en políticas comerciales que aseguren beneficios mutuos, no seguir un camino de amenazas que no sabemos qué tan profundas pueden alcanzar y generar.