El expresidente Donald Trump acude hoy, en medio de una gran expectativa, a una audiencia en una Corte Federal en el Distrito Sur en Miami y se anticipa una jornada histórica que incluirá manifestaciones a favor y en contra del exmandatario.
La «Ciudad del Sol» ha extremado las medidas de seguridad alrededor de la corte federal donde se espera que el expresidente llegue este martes para iniciar el histórico proceso. «Estamos preparados», dijo el alcalde Francis Suárez.
El alcalde va a ser el máximo responsable de que no haya algaradas ni actos violentos durante la imputación de Donald Trump en un juzgado de esa ciudad, este martes, en la que le serán leídos los cargos en su contra por la sustracción de cientos de documentos secretos de la Casa Blanca en sus últimas horas como jefe del Estado y del Gobierno de la primera potencia mundial.
Controlar a los seguidores de Trump es la mejor forma de ser impopular entre las bases de un Partido Republicano en el que, antes de la imputación, el ex presidente tenía una popularidad del 61%. Es el mismo problema que se plantea para el gobernador de Florida, Ron DeSantis, que apenas cuenta con el 21% de la intención de voto en las primarias republicanas y que ahora ve cómo en su estado se celebra un juicio contra el mismo Trump al que él quiere derrotar en la carrera para la Casa Blanca.
Suarez emitió un mensaje televisado explicando su confianza en que «tendremos el número adecuado de fuerzas» para contener cualquier posible ruptura del orden público por parte de los seguidores de Trump, que han sido convocados por el ex presidente y por sus colaboradores para que se concentren en Miami.
El recuerdo inevitable ante esos llamamientos es el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021, cuando, incitados por el entonces presidente, varios miles de manifestantes entraron violentamente en el Congreso para tratar de impedir la ratificación de la victoria electoral de Joe Biden y, de paso, ahorcar el vicepresidente de Trump, Mike Pence, que era quien presidia la sesión.
Fue el momento más cercano a un golpe de Estado que ha sufrido EEUU en su Historia – más incluso que la conspiración conocida como el ‘compló de las empresas’, en 1933, para colocar un Gobierno militar – y, desde entonces, cualquier evento multitudinario de Trump despierta el temor a una repetición. El hecho de que el juicio se celebre en Miami, una ciudad y un Estado – Florida – fuertemente ‘trumpistas’ aumenta esos temores.
Suarez hizo esas declaraciones poco antes de que Donald Trump aterrizara en su avión privado en el aeropuerto de Miami, procedente de Bedminster, uno de sus dos clubs privados, en los que tuvo secretos de Estado escondidos en aseos, pistas de baile, y almacenes. El ex presidente está reconstruyendo su equipo legal después de que gran parte de sus letrados dimitieran, tras acusarle de haberles mentido.
Pero, por ahora, la estrategia legal de Trump parece clara: aplazar, aplazar, y aplazar el proceso legal en su contra. Es exactamente lo contrario de lo que desea el Departamento de Justicia, que quiere un juicio lo más rápido posible. Es un objetivo que choca paradójicamente con la decisión de llevar el caso a Florida.
Encima, la jueza del caso es Eileen Cannon, una destacada simpatizante de Trump que ya tuvo que ceder la investigación de los documentos secretos cuando los fiscales lograron demostrar que estaba tomando partido por el acusado, al darle la razón en todo y, por consiguiente, dilatando el procedimiento al máximo.